Artículos sobre ciencia y tecnología de Mauricio-José Schwarz publicados originalmente en El Correo y otros diarios del Grupo Vocento

Luces, estrellas, soles

Zona de formación de estrellas en la constelación
del Cisne (D.P. imagen de NASA/ESA)
El surgimiento de la conciencia de sí mismos que experimentaron nuestros antepasados homínidos en algún momento no determinado, y que es en sí uno de los más fascinantes misterios imaginable, fue al mismo tiempo la conciencia sobre todo cuanto los rodeaba.

Cuando atardece, los seres vivos reaccionan de acuerdo a un programa en gran medida genéticamente establecido.

Las plantas pueden cerrar sus flores y aprovechan la ausencia de sol y, por tanto, la suspensión de su actividad de fotosíntesis, para respirar. Los animales diurnos se refugian en sus guaridas, cuevas, ramas de árbol, rincones o nidos que pueden ser diminutos como los del colibrí o gigantescos como los que se hacen día a día los gorilas de lomo plateado. Los nocturnos se desperezan y comienzan la búsqueda de alimento, agua, cópula. Las presas y los depredadores se ubican en el ajedrez de la vida. Por la noche, la presencia o ausencia de la luz lunar también determina los grados de actividad que pueden tener los animales.

Sólo un grupo de seres, sin embargo, ha levantado la vista hacia el cielo y se ha preguntado qué son las luces que lo visten, las pequeñas y titilantes que pueblan la noche, la gran rueda de plata que crece y disminuye en ciclos de alrededor de 28 días y, por supuesto la enorme fuente de luz, calor y vida que domina compeltamante el cielo diurno.

Esos seres son los humanos. Y no sólo nuestra especie, Homo sapiens, sino muy probablemente nuestros menos afortunados parientes humanos que, con todo y sus incipientes civilizaciones, se extinguieron en el pasado, como el Homo erectus y el neandertal.

La primera hipótesis sobre las luces nocturnas, las estrellas, las ubicaban como luces fijas en una esfera que rodeaba a la Tierra, la esfera celeste, aunque para pensadores un poco más audaces se planteaban la posibilidad de que fueran en realidad pequeños agujeros en el manto celeste a través de los cuales se colaba hasta nosotros una mínima muestra de la luz que inundaba el reino de uno u otro dios, el paraíso.

Al observar además que algunas estrellas parecían conservar sus posiciones relativas entre sí al paso del tiempo, distintas culturas se las imaginaron relacionadas en “constelaciones” que, además de integrarse en sus mitologías como deidades, fuentes de profecías o seres míticos, servían para seguir el movimiento de otras luces que sí parecían moverse a su aire, extraños cuerpos errabundos. “Estrella errante” se dice en griego clásico “asteres planetai”, y de allí proviene la palabra “planeta”.

Pero no fue sino hasta 1584 cuando la idea de las esferas celestes y las luces fijas se vio desafiada por una mente singular, la de Giordano Bruno, que sugirió que las estrellas eran en realidad objetos como nuestro sol, posiblemente con planetas como el nuestro, pero muy alejadas de nosotros y que el universo no era una esfera sino un lugar infinito y eterno. Estas opiniones figuraron de manera relevante entre las acusaciones que lo llevaron ante la Inquisición y, finalmente, a ser quemado vivo en el centro de Roma.

Pero la semilla sembrada por Bruno germinó y floreció. Los astrónomos de los tiempos posteriores –viviendo siempre bajo la amenaza de ser considerados herejes por opinar distinto de la iglesia católica– fueron cimentando la idea de que las estrellas eran como nuestro sol. En 1838, el matemático y astrónomo alemán Friedrich Bessell consiguió medir por primera vez la distancia que nos separa de otra estrella, determinando que la conocida como 61 Cygnus está a 11,4 años luz de nosotros.

La explicación final de cómo arden las estrellas tendría que esperar, sin embargo, a que llegara el genio intuitivo y cuestionador de Albert Einstein, cuyos desarrollos teóricos permitieron determinar que las estrellas actúan como colosales hornos de fusión nuclear donde núcleos de hidrógeno se fusionan formando núcleos de helio y, en el proceso, liberando una gran cantidad de energía.

Igualmente, Erwin Hubble nos permitió medir con precisión la distancia que nos separa de estrellas muy lejanas. Si bien la velocidad de la luz es constante en todo el universo, Hubble demostró que mientras más lejos está una estrella su luz nos llega más enrojecida, lo que se conoce como corrimiento al rojo. Calculando cuánto se ha corrido al rojo el espectro de una estrella o galaxia, podemos saber a qué distancia está.

Las estrellas no son inmutables en un universo estático como pensaban nuestros ancestros. Las estrellas nacen, se desarrollan y mueren de muy diversas formas, y no todas son iguales. Son distintas según su masa, desde las hipergigantes que pueden tener hasta 150 veces la masa de nuestro sol, hasta las subenanas que pueden tener la mitad de la masa del Sol. Su masa determina su temperatura, y por tanto su color y su clasificación, así como la duración de sus vidas.

Aunque el telescopio espacial Hubble nos ha asombrado con fotografías sobrecogedoras de auténticos viveros de estrellas en los límites del universo visible, donde nacen espectacularmente millones de estrellas, las que más nos interesan son, sin duda alguna, las más cercanas a nosotros, por el sueño (difícil de conseguir en términos prácticos) de poder viajar hasta ellas.

Nuestra vecina más cercana es Proxima Centauri, una enana roja que está aproximadamente a 4,2 años luz de nosotros, en la constelación de Centauro (un año luz es la distancia que recorre la luz en un año; viajando a unos 300.000 km por segundo los 31.536.000 de segundos del año, es de 9.460.528.400.000 kilómetros, casi 10 billones de kilómetros).

Sin embargo, Alfa Centauri (también conocido como Rigel), un sistema de estrella doble situado a 4.37 años luz, es la estrella más brillante de de la constelación y por tanto una que le ha llamado la atención especialmente a las distintas culturas humanas.

En un radio de 16 años luz desde nuestro sol hay un total de 40 estrellas conocidas. No todas tienen planetas en órbita a su alrededor, de modo que también resulta de especial interés la llamada Estrella de Barnard, a 5,9 años luz de nuestro sol, y que es la más cercana que probablemente tiene uno o más planetas a su alrededor.

Si bien es difícil visitar otras estrellas por las limitaciones que imponen las leyes de la física, siempre tenemos la posibilidad de estudiar a fondo a la estrella más cercana a la tierra, que es el sol, tan fascinante como cualquier estrella del espacio profundo.

Nuestra propia estrella

El sol es una estrella de 1.4 millones de kilómetros de diámetro con una masa de más de 330.000 veces la de la Tierra. Es de color blanco y su clasificación es GV2, una enana amarilla situada en un brazo exterior de la galaxia de la Vía Láctea, en una órbita de unos 250 millones de años de duración, y del que nos separan aproximadamente 150 millones de kilómetros (poco más de 8 minutos-luz).

Cáncer: detección y diagnóstico

Gordon Isaacs, primera persona tratada con
radiación para un cáncer de la retina en
1957. Sobrevive a la fecha.
(D.P. National Cancer Institute, vía
Wikimedia Commons)
Detectar a tiempo el cáncer es fundamental para una recuperación completa, la mítica “cura del cáncer”.

Nuestro cuerpo está formado por entre 50 y 100 billones (millones de millones) de células ampliamente diferenciadas, formando tejidos tan distintos como los huesos y la corteza cerebral. Y nuestras células deben reproducirse constantemente, controladas por un sistema que va eliminando a las células anormales que aparecen. Cuando tales células anormales no son eliminadas y se empiezan a multiplicar desordenadamente, tenemos la enfermedad llamada cáncer.

Hay muchos tipos de cáncer, dependiendo del tipo de células afectadas, que además pueden invadir y ocupar otros tejidos, algo que las células normales no hacen. Las células cancerosas también pueden migrar o trasladarse mediante el torrente sanguíneo o linfático y afincarse en otros lugares del cuerpo, usurpando el espacio físico, los nutrientes y las funciones de distintos tejidos.

Sin embargo, no existe una forma de detectar “el cáncer”, en general. Y, lo más grave, en sus primeras etapas la gran mayoría de las formas de cáncer no produce dolor. Por tanto, echamos mano de ciertas recomendaciones para estar en guardia contra algunos tipos de cáncer especialmente comunes o virulentos y que presentan signos externos o fácilmente distinguibles.

Así, el cáncer del cuello del útero se puede detectar tempranamente mediante la prueba de Papanicolau, tomar una muestra de la mucosa del cérvix del útero para después tintarla y observarla bajo el microscopio. Esto permite identificar células sanas, parásitos como las tricomonas, herpes y células cancerosas. Además, el ginecólogo puede hacer tactos del útero, la vagina, los ovarios, las trompas de falopio, la vejiga y el recto en busca de bultos o tumores sospechosos de ser cancerosos.

El cáncer de mama, por su parte, se detecta mediante el autoexamen, enseñando a la mujer a realizarse una exploración con el tacto en busca de bultos o irregularidades que podrían ser cancerosos. Los médicos y las enfermeras ambién ueden realizar esta exploración, pero cada vez se prefieren más los mamogramas, radiografías de los pechos que pueden mostrar irregularidades peligrosas incluso antes de que se puedan percibir al tacto. Estos métodos son sólo indicativos, pues hay muchos trastornos, afecciones y problemas leves que pueden formar los temidos "bultos" en las glándulas mamarias.

La prevención del cáncer de piel es, sobre todo, un ejercicio de observación atenta en busca de manchas, lunares que cambian de forma o posición, sangran o producen comezón. Otras formas de cáncer, como la de colon o próstata, requieren ciertas pruebas periódicas a partir de cierta edad considerada de riesgo. Pero hay muchos otros síntomas que son señales de alerta de una posible forma de cáncer: ulceraciones que no sanan, indigestión recurrente, sangrado rectal o de la vejiga, etc.

La única forma eficaz de detectar un cáncer es por medio de la observación y las pruebas de laboratorio.

La observación se realiza indirectamente por medio de sistemas de generación de imágenes: radiografías, resonancias magnéticas o tomografías computarizadas, ultrasonidos o escaneos de radionúclidos. En ocasiones, obtener imágenes útiles puede exigir que usted tome alguna sustancia, como un tinte para los tejidos o un medio de contraste que rellene y destaque órganos huecos. Pero también se puede hacer directamente utilizando métodos de endoscopía, en los cuales un tubo iluminado llamado endoscopio se inserta en alguna parte del cuerpo para mirarla, como por ejemplo la colonoscopía, que es este procedimiento realizado en el colon.

Pero incluso pese a estos procedimientos, el diagnóstico no es 100% certero. Por ello se utilizan además diversos análisis de laboratorio de la orina, la sangre y otros, que ayudan al diagnóstico midiendo la presencia de ciertas sustancias en los fluidos corporales, basados en el conocimiento de que ciertos tipos de cáncer provocan la presencia de niveles anormales de ciertas sustancias.

Si todos estos procedimientos indican riesgo, se procede a la única forma de poder determinar con certeza que un problema es, efectivamente, cáncer. Se trata de la extrañamente temida “biopsia”, un procedimiento quirúrgico para obtener una muestra del tejido de la zona afectada. El sistema puede ser tan sencillo como cortar un pequeño trozo de piel bajo anestesia local que realizar una compleja intervención para obtener muestras de tejidos no fácilmente accesibles, como el páncreas o la médula ósea.

Un patólogo especializado examina estas muestras bajoel microscopio y determina si son cancerosas y, con frecuencia, qué tipo de cáncer es y si en el futuro tendrá un desarrollo rápido o lento.

Finalmente, con la certeza de que se trata de un proceso canceroso, el médico puede realizar otras pruebas y exámenes para determinar la etapa en la que se encuentra, si se ha extendido por el cuerpo y en qué medida. Con base en ello, se realiza la cirugía para eliminar el cáncer, retirando con frecuencias los nódulos linfáticos de los alrededores del tumor para analizarlos y ver si han transportado o no células cancerosas a otras partes del cuerpo.

Precisamente por la enorme complejidad del diagnóstico del cáncer, se recomienda habitualmente tener una “segunda opinión”, el punto de vista de otros especialistas que analicen el caso, revisen las muestras de laboratorio y se aseguren de que nada se haya pasado por alto.

Porque, finalmente, algunos cánceres se diagnostican mal, y también, en algunos casos, sin que haya cifras precisas sobre ello, otros cánceres perfectamente certificados se destruyen a sí mismos, en la llamada “remisión espontánea". Es por ello que la detección y diagnóstico de esta compleja clase de enfermedades es, por desgracia, mucho más difícil que la de otras afecciones y trastornos más evidentes.

Y es por ello, también, que hoy en día, el arma principal de lucha contra el cáncer no es solamente el tratamiento, sino sobre todo la detección temprana, oportuna y eficaz que impide que la enfermedad se extienda y sea mortal.

La multiplicación celular

Las células de nuestro cuerpo tienen ciclos vitales muy diversos. Las células de nuestro páncreas pueden vivir un año o más, los glóbulos rojos o eritrocitos de nuestra sangre viven unos 4 meses, las plaquetas (encargadas de la coagulación) sólo unos 10 días, las células del recubrimiento del estómago 2 días y algunos glóbulos blancos encargados de la defensa de nuestro cuerpo pueden vivir apenas unas 10 horas. En el otro extremo están las neuronas de nuestra corteza cerebral, algunas de las cuales viven toda nuestra vida. La vital necesidad de reponer las células que van muriendo para mantener nuestra salud es aprovechada por el cáncer para producirse y crecer.

El médico hereje

Miguel Servet
(Grabado de Christian Fritzsch, D.P.)
“Ni con estos, ni con aquellos estoy conforme ni disiento en todo. Todos tienen parte de verdad y parte de error, y cada cual descubre el error en otro sin ver el suyo”. Esta cita de Miguel Servet, de su libro Diálogos sobre la Trinidad resume el camino que siguió el sabio aragonés en una época de agitadas revoluciones en el pensamiento, las creencias y toda la forma de vida había señalado a la Edad Media. Su inquietud intelectual, duda sistemática e independencia de criterio marcaron su vida y determinaron su muerte.

Nacido en Huesca, el 29 de septiembre de 1511, Miguel de Servet o Serveto era parte de una familia originaria del Pirineo aragonés que había aprovechado las Cartas de Población que concedía la corona de Aragón conforme se desarrollaba la reconquista y asentándose en Villanueva de Sigena. Su padre Antón, noble infanzón, era notario del Monasterio de Sigena, y pudo financiar los estudios de su brillante heredero.

A los 13 años, Servet era pupilo de fray Juan de Quintana, asistiendo a procesos contra herejes mientas aprende griego, latín y hebreo. A los 16 ya está en Toulouse, Francia, estudiando derecho. Por entonces se familiariza con el naciente movimiento de la Reforma, que rechazaba la corrupción y mala conducta de la iglesia católica de Roma.

La pasión de Servet por las nuevas ideas pronto lo puso en el camino de serios problemas. Con apenas 20 años de edad y viviendo en Basilea publica De los errores acerca de la Trinidad, obra en la que defendía que la idea de la Trinidad católica no tenía bases en la Biblia. Igualmente, afirma que Jesús es hombre y no dios, y que el Espíritu Santo no es una persona, sino una manifestación del dios único. Un año después publica Diálogos sobre la Trinidad, en la misma línea. Las dos obras concitan el rechazo de los nacientes reformistas y del bien establecido catolicismo.

En esos momentos, cuando ni siquiera se habían publicado los primeros libros de Calvino, poner en cuestión cualquiera de los dogmas establecidos por la iglesia católica era ponerse en la mira de la Inquisición y de todas las fuerzas empeñadas en evitar el terremoto de pensamiento que se avecinaba.

Pero las ideas de Servet tampoco encontraban buena recepción entre los tempranos reformistas, y se enfrentó agriamente con personajes importantes como el propio Martín Lutero, Ecolampadio, Martín Bucero y Capito. Por entonces comenzó también una larga relación epistolar con Juan Calvino. Con sólo 21 años, debe ocultarse, cambiarse el nombre por el de Miguel Villanovano, una referencia al pueblo familiar de Villanueva, perseguido por la Inquisición Española.

Pese a sus inquietudes teológicas, Servet encuentra tiempo para la ciencia. En realidad, tanto la teología como eso que aún no se llamaba ciencia, se englobaban en la filosofía, por lo que el espíritu del renacimiento era lo que hoy llamaríamos “multidisciplinar”. Entre debates trinitarios y violentos enfrentamientos con otros teólogos, Miguel Servet estudia matemáticas y geografía, con tanto éxito que, trabajando como corrector de pruebas de imprenta se le encarga la publicación de la Geografía de Ptolomeo. Con poco más de 20 años, aborda la labor con pasión, mejorando y actualizando la obra original de modo tan acucioso que por ella se considera hoy que Servet es el fundador de la etnografía y de la geografía comparada.

En 1537, “Miguel Villanovano” marcha a estudiar medicina a París y se gana la vida impartiendo clases de matemáticas. Allí se dedica asiduamente a la disección de cadáveres, y es probable que en estas prácticas se sentaran las bases de su máximo descubrimiento científico, el de la circulación pulmonar (o menor) de la sangre. Pero de nuevo sus inquietudes y su decisión de expresar abiertamente todas sus ideas, le causan problemas.

En 1537 publica un libro sobre jarabes para administrar remedios donde hace gala de conocimientos de farmacología. A éste le sigue otro defendiendo la astrología como auxiliar en el diagnóstico de las enfermedades. Pero en ese libro también Servet denuncia a los médicos que recetan Por esos mismos tiempos comenzó su correspondencia con el que sería el máximo representante y pensador de la Reforma, el propio Calvino.sin contacto con el enfermo, sin atender a las circunstancias ambientales que rodean al paciente.

Ambos libros fueron prohibidos aunque la Inquisición no condenó al estudiante, y Servet se vio obligado a huir nuevamente, ahora a Montpellier, donde finalmente recibe su doctorado en medicina para luego ir a Leuven a estudiar teología.

Servet se inclina por una forma de pensar y enfrentar el mundo que se empezaba a difundir, el método científico: empirismo, exigencia de experimentos y pruebas sólidas. Es un precientífico sin saberlo, y un creyente en la libre expresión, la tolerancia y el libre debate. Por ello dice: "No deben imponerse como verdades conceptos sobre los que existen dudas”.

De 1542 a 1553 practica la medicina en Vienne, Francia, donde fue médico personal del arzobispo Pierre Palmier y, en 1546, envía a Calvino una primera versión de su libro Restitución del Cristianismo, en cuyo libro quinto, Miguel Servet explica por primera vez cómo la sangre es llevada por la arteria pulmonar a la vena pulmonar pasando por los pulmones, cambiando de color y liberándose de lo que Servet llamaría “los vapores fuliginosos”, el bióxido de carbono. Todo para decir que la sangre diseminaba el alma por todo el cuerpo.

El libro agudiza el conflicto con Calvino, al que Servet acabaría llamando acusador, criminal y homicida. Calvino, por su parte, empezó a preparar su venganza. En 1553, al publicarse finalmente el volumen, se desvela la identidad de Servet y la inquisición católica de Lyon detiene al médico. Servet huyó, siendo quemado en efigie.

Su fuga duró poco, sin embargo. Cuatro meses después es reconocido en Ginebra y detenido por las fuerzas calvinistas. Fue quemado vivo como hereje en leña verde el 27 de octubre de 1553. Su labor científica tardaría casi 150 años en ser reconocida, gracias al filósofo y matemático Leibniz, quien inició la recuperación de la obra de Servet, intelecto libre que, incluso, escribió mucho antes de morir: “Es un abuso condenar a muerte a aquellos que se equivocaron en sus interpretaciones de la Biblia”.

Voltaire y Servet

Para el filósofo Voltaire, Servet fue ejemplo clave de libre pensamiento. En sus Memorias habla de Ginebra como la ciudad donde reinó Calvino “y el lugar donde quemó a Servet”, para asegurar que al redactar sus memorias, “casi todos los sacerdotes" aceptan las ideas teológicas de Servet. Más adelante, Voltaire recuerda haber sido atacado por un predicador por haber dicho que Calvino "era de naturaleza cruel y había quemado a Servet sin causa”.

Recambios mecánicos para el ser humano

Prótesis de cadera común
(D.P. vía Wikimedia Commons)
En los últimos años, los avances del mundo de las prótesis están abriendo nuevos horizontes para la resistencia y duración del frágil cuerpo humano.

En la década de 1970 se popularizó una serie de televisión donde un astronauta sufría un terrible accidente y su ojo derecho, su brazo derecho y ambas piernas eran sustituidos por prótesis de tecnología desarrolladísima. La serie llevaba por nombre “El hombre de los sies millones de dólares”, el coste de las reparaciones a las que era sometido el protagonista.

En aquella época, el surtido de piezas de recambio para los miembros humanos ya era variado y empezaba a dejar atrás una tecnología primitiva. Ante la promesa de los ordenadores que apenas iban a salir de empresas y universidades para llegar a los hogares, el asombro de la carrera espacial y los nuevos materiales, la promesa de esta serie era asombrosa: miembros que realmente sirvieran.

Las piernas “biónicas” le permitían al personaje correr a gran velocidad. El ojo le daba visión telescópica e infrarroja y el brazo le permitía levantar pesos tremendos (una hazaña si consideramos que el brazo estaba articulado con una clavícula, sostenida por una columna vertebral apoyada en una pelvis... tres elementos formados de humilde hueso que nunca habrían podido sostener los pesos que levantaba el brazo. Pero vale... es una fantasía.

La historia de las prótesis, que reemplazan artificialmente una parte del cuerpo faltante, se remonta a más de 2000 años. La más antigua evidencia arqueológica de la que disponemos es una pierna artificial hecha con placas de metal martilladas sobre un núcleo de madera que se ataban con cintas al muñón de la pierna faltante.

La ciencia y técnica de las prótesis para amputaciones se vio impulsada, desafortunadamente, por las consecuencias de diversas guerras, y para la época en la que “El hombre de los seis millones de dólares” ocupaba las pantallas caseras, la guerra de Vietnam impulsaba el desarrollo de esta especialidad en los Estados Unidos. Fue por entonces, por ejemplo, que se diseñó la copa moldeada en plásticos de nueva generación que dio a los amputados de piernas una comodidad nunca antes ofrecida. El diseño se ajusta al muñón como un guante, y distribuye correctamente el peso en toda la parte restante, hueso y músculos.

Este principio usado hasta hoy, fija la pierna artificial al muñón y permite hazañas como correr en competiciones oficiales. La fijación suele estar acompañada del llamado “pie de Seattle” o "pie prostético almacenador de energía", que cuenta con un sistema para absorber la energía que recibe al darse un paso para impulsar el siguiente paso. Esto es posible únicamente gracias a nuevos materiales como la fibra de carbono (la misma que se usa en raquetas de tenis o en las carrocerías de los autos de Fórmula Uno) y modernos polímeros, todo ello acompañado de ciencias de reciente nacimiento como la biomecánica y la bioingeniería, que estudian cómo nos movemos y cómo reproducir esos movimientos.

Las manos artificiales, sin embargo, no pueden funcionar de modo únicamente mecánico. En 1964, en la Unión Soviética, comenzó el desarrollo de manos artificiales movidas por pequeños servomotores. Las contracciones de los músculos del muñón del miembro realizadas voluntariamente por el paciente son percibidas e interpretadas por circuitos eléctricos del miembro artificial para abrir y cerrar la mano.

Apenas en 2009 aparecieron los primeros estudios de una mano artificial capaz de sustituir la sensación del tacto. La mano artificial cuenta con sensores táctiles que envían a su vez información para activar pequeños actuadores que tocan el muñón y dan información al poseedor de la prótesis.

Las amputaciones presentan el problema de reproducir el movimiento de las partes perdidas, especialmente cuando ocurren por encima de la rodilla (en las piernas) y por encima del codo (en los brazos). En esos casos, ha sido mucho más difícil desarrollar rodillas y codos artificiales que reproduzcan de modo adecuado los movimientos que ofrecen estas articulaciones.

En estos casos, la opción tecnológica son las rodillas y codos controlados por microprocesadores, que analizan la información sobre la posición y el tipo de movimiento que está realizando el paciente, y procede a enviar señales para que un cilindro hidráulico flexione o extienda la rodilla artificial.

Resulta mucho más sencillo sustituir articulaciones que se hayan desgastado, pero que estén en miembros que cuentan con todos sus músculos, nervios y arterias. Una de las articulaciones que más se sustituye hoy en día es la cadera, sobre todo en personas de edad muy avanzada en cirugías que hace apenas dos décadas se hubiera considerado de altísimo riesgo.

La sustitución de la cadera requiere cambiar los dos elementos de la articulación: la parte superior o cabeza del fémur y el acetábulo o receptáculo que está en la pelvis. La técnica se desarrolló en la década de 1970 y consta de una pieza metálica que se inserta en el fémur, al que se le ha cortado la parte superior, una cabeza de cerámica ultrarresistente y una copa o que se coloca en la pelvis con cemento óseo o tornillos y donde se articula la cabeza.

La existencia de huesos y músculos ha facilitado y permitido un notable éxito para implantes como los de reemplazo de cadera, de codo (con una bisagra simple) y rodilla (donde dos piezas metálicas se colocan en los extremos del fémur y la tibia, y entre ellos un espaciador de un plástico altamente resistente que permite el movimiento del metal sin fricción).

Estos y otros implantes, como los tornillos y placas utilizados para fijar y reparar fracturas, la piel artificial, los implantes cocleares que le han devuelto el oído a muchísimas personas, avanzan continuamente gracias a nuevos materiales, nuevos desarrollos de la microminiaturización y una mejor comprensión de nuestro cuerpo. Quizá nunca lleguen a la ciencia ficción, un tanto ingenua de la TV de 1970, pero cada paso adelante tiene un claro beneficio en vidas de mayor calidad y duración.

El problema del ojo

El ojo artificial solía ser únicamente cosmético, una pieza de vidrio o plástico para ocultar una inquietante cuenca vacía. Actualmente están en desarrollo no menos de 17 proyectos distintos que buscan restituir la función visual a los ciegos, entre ellos el de la Neuroprótesis Visual Cortical, Cortivis, con grupos en seis universidades, todos encabezado por el Dr. Eduardo Fernández del Instituto de Bioingeniería en la Universidad Miguel Hernández, en Alicante. Este proyecto en concreto utiliza una “cámara” o codificador bioinspirado que envía señales a un microprocesador situado en la nuca que estimula a su vez la corteza visual del cerebro, de modo análogo al de los implantes cocleares.