Artículos sobre ciencia y tecnología de Mauricio-José Schwarz publicados originalmente en El Correo y otros diarios del Grupo Vocento

El viaje fantástico de Vesalio

Retrato de Vesalio en su libro
De humani corporis fabrica
Viaje fantástico fue una película de 1966 en la que un submarino, con sus tripulantes y un equipo de médicos, son reducidos de tamaño para ser inyectados en el torrente sanguíneo de un científico estadounidense y disolver directamente un coágulo. Aunque la historia estaba llena de agujeros lógicos, el público quedó cautivado por las representaciones (bastante fantasiosas) del interior del cuerpo humano.

El conocimiento real de lo que ocurre debajo de nuestra piel tiene una historia bastante corta, que comienza con la publicación de De Humani Corporis Fabrica, es decir “De la estructura del cuerpo humano”, el atlas anatómico de Andrés Vesalio.

Antes de Vesalio

En occidente, el estudio de la anatomía comenzó quizá en el año 500 a.C., cuando Alcmeón de Crotona, filósofo pitagóricos, comparó las estructuras de hombres y animales y diferenció las arterias de las venas. 200 años después, Herófilo de Calcedonia y Erasístrato de Ceos, fundadores de la Escuela de Alejandría, realizaron disecciones públicas de cadáveres y reunieron un acervo que no sobrevivió a las sucesivas destrucciones de la Biblioteca de Alejandría de modo que sólo lo conocemos por citas de otros autores.

Hacia el año 162, el cirujano griego Galeno de Pérgamo empieza a tratar a los heridos en una escuela de gladiadores en Roma. Los conocimientos que adquirió estudiando en Alejandría las obras de Herófilo y Erasístrato, entre otros, se vio complementado con las disecciones que realizó en monos, cerdos, vacas y perros, dado que no podía hacerlas en seres humanos porque la ley romana las prohibía. Galeno escribió más de 600 libros sobre diversos temas de medicina y filosofía, de los cuales sobrevive menos de una tercera parte. Galeno se convirtió pronto en el autor médico de referencia de Europa y del mundo islámico.

El Vaticano, durante la Edad Media, tampoco veía con buenos ojos la disección de cadáveres humanos (aunque no la persiguió, como suele afirmarse), y las obrasde Galeno fueron elevadas a la categoría de autoridad indiscutible. Esta visión apenas fue tibiamente desafiada por las disecciones públicas que se hicieron en la escuela de medicina creada en Salerno, Italia, en 1235 y las que realizó Mondino de Liuzzi en Bolonia a comienzos del siglo XIV, aunque en su libro “Anathomia corporis humani”, antes que describir sus propias experiencias, repite los conceptos de la “autoridad” de sus predecesores, en particular Galeno.

Entre 1489 y 1515 el genio renacentista Leonardo da Vinci realizó la disección de unos treinta cuerpos humanos para sus dibujos anatómicos. Cuando el papa León X le ordenó que suspendiera sus disecciones, Leonardo había producido alrededor de 750 dibujos de extraordinario detalle. En 1522 el anatomista italiano Jacopo Berengario da Carpi publica la primera descripción anatómica detallada del cuerpo humano.

El desafío a Galeno se había lanzado… y terminaría con el flamenco Andries Van Wesel, al que en español llamamos Andrés Vesalio.

De la admiración a la crítica

Vesalio nació en 1514 en Bruselas, en una familia de médicos, y estudió en París, donde complementó las enseñanzas con disecciones de perros observando huesos humanos en los cementerios de París. Después, estudió en Louvain y en Padua, donde se doctoró y se quedó como catedrático. Convencido de la importancia de la anatomía, empezó a realizar disecciones pero, a diferencia de sus predecesores, que solían leer a Galeno en voz alta mientras un cirujano-barbero, realizaba la disección, Vesalio hacía personalmente el trabajo rodeado de sus alumnos, lo que le permitió tratar de confirmar y ampliar los enseñado por Galeno, a quien admiraba.

Lo que encontró, sin embargo, fue que Galeno, la autoridad absoluta sobre anatomía durante más de mil años, se equivocaba. En 1541, Vesalio descubrió por qué: Galeno nunca había diseccionado un cuerpo humano, sino que extrapolaba todas sus afirmaciones de sus disecciones de distintos animales, principalmente de monos de Gibraltar. Vesalio pronto descubrió que en los seres humanos no existían algunas estructuras propias de otras especies y empezó a publicar correcciones a Galeno que no siempre fueron bien recibidas.

Si distintas especies tenían distinta anatomía, también existía la posibilidad de que las variaciones entre seres humanos individuales fueran relevantes. Era necesario hacer lo que hoy se conoce como anatomía comparada: diseccionar a distintos individuos y determinar cuáles son sus características comunes y cuáles serían peculiaridades individuales. Como dijo Vesalio, “no estoy acostumbrado a decir nada con certeza después de sólo una o dos observaciones” . Por fortuna, un juez de Padua se interesó por su trabajo y puso a su disposición los cuerpos de los delincuentes ejecutados en la ciudad, facilitando el trabajo de comparación.

El método, la aproximación de Vesalio al cuerpo humano describiéndolo tal como era, recogiendo la observación directa, buscando hechos más que la confirmación de los prejuicios, y sin las interpretaciones astrológicas, religiosas y basadas en ideas no comprobadas del pasado, fue quizás una aportación aún mayor que los propios datos anatómicos que reunió, entre ellos puntos tan relevantes como la primera descripción fiel del corazón humano. Algunos de sus predecesores habían empezado el camino, pero su apego al pensamiento vigente les había impedido llegar a donde llegó Vesalio.

Lo más asombroso, quizá, es que Vesalio creó los siete tomos de su magna obra en tan sólo 4 años, entre los 24 y los 28. Era el primer atlas anatómico exhaustivo, tanto en sus descripciones como en sus abundantes y detalladas ilustraciones (con frecuencia atribuidas a Jan Stepehn Van Calcar, discípulo de Tiziano).

Terminada su obra, Vesalio se dedicó a la práctica de la medicina, llegando a ser médico de Carlos V, quien lo hizo conde palatino, y de su hijo, Felipe II, en cuyo servicio murió en 1564, de regreso de un viaje a Tierra Santa, probablemente sin estar consciente de que 21 años atrás había dado el gran paso para empezar el lento proceso de convertir el estudio del ser humano y sus enfermedades en una verdadera ciencia.

La revolución científica

En los siglos XVI y XVII se operó un cambio en Europa que enfrentó a la corriente filosófica dominante según la cual la razón se debía someter a la fe, y si entraba en conflicto con ella no podía estar en lo correcto, y que la fuente de todo conocimiento era la autoridad de los libros antiguos, en particular la Biblia. Las observaciones de personajes como Copérnico, Galileo o Vesalius no sólo exaltaron a la razón y a la observación, sino que dijeron, por primera vez en siglos, que el ser humano podía obtener conocimientos nuevos, que no todo estaba escrito ya, y que había aún grandes misterios por enfrentar.