Ningún preparado homeopático ha podido demostrar eficacia curativa bajo condiciones científicas satisfactorias. (foto D.P. Wikidudeman, via Wikimedia Commons) |
El Comité de Ciencia y Tecnología de la Cámara de los Comunes británica realizaba audiencias sobre la homeopatía, práctica a la que el servicio nacional de salud británico destina alrededor de 4 millones de libras esterlinas y bajo fuertes críticas por parte de médicos, científicos y defensores de los derechos de los pacientes.
El 25 de noviembre de 2009 estalló la bomba informativa, el director de estándares profesionales de Boots, la mayor cadena farmacéutica de la Gran Bretaña, confesaba a los parlamentarios: “Ciertamente hay una demanda de los consumidores por estos productos. No tengo ninguna evidencia de que sean eficaces”.
Como en tantos otros escándalos farmacéuticos, se descubría que el negocio valía más que la ciencia. Bennet añadió: “Para nosotros es cuestión de elección del consumidor, y un gran número de nuestros clientes creen que son eficaces”.
La respuesta la dio el Dr. James Thallon, director médico del grupo de atención primaria de West Kent del NHS: "Si se le receta un medicamento a los pacientes que sabemos que no tiene eficacia, en una base que es esencialmente deshonesta con dicho paciente, personalmente considero que es poco ético”.
Es verdad que un gran número de personas creen que los amuletos, el agua bendita o las velas negras con encantamientos son medicamentos eficaces. ¿Acaso esto justificaría que estos productos se expendan en las farmacias sin dar ni una prueba de ser realmente eficaces? Más aún, si para comercializar un producto se demanda a las farmacéuticas cumplir con numerosas exigencias científicas sobre seguridad, eficacia, pruebas clínicas, estudios de laboratorio, etc., ¿por qué la homeopatía debe estar exenta de tales exigencias?
Las críticas
Una y otra vez se han expresado críticas inquietantes a la homeopatía: sus supuestos medicamentos no contienen ningún principio activo, dadas las tremendas diluciones utilizadas por sus procedimientos; que los mecanismos que postula contravienen cuanto conocemos del universo en lo referente a la física, la química y la biología; que las enfermedades no son causadas por “miasmas” sino por gérmenes patógenos o trastornos anatómicos, fisiológicos o genéticos, etc.; pero sobre todo y de manera fundamental, que nunca ha habido estudios que demuestren que la homeopatía funciona. Si hubiera pruebas sólidas de su eficacia, toda crítica sería irrelevante.
Quienes utilizan la homeopatía, suelen defenderla porque “les funciona”, sin admitir que podrían no estar interpretando los hechos correctamente. ¿Cómo saber si el preparado homeopático fue responsable de la curación o la enfermedad siguió su curso normal, o el tratamiento médico concurrente fue el responsable, o simplemente el cuerpo se curó solo como hace las más de las veces?
El método que utilizamos para conocer la respuesta a esta pregunta es una variante del método experimental llamada “de doble ciego”, en la que se mantienen estrictos controles sobre el entorno de los pacientes, algunos de los cuales reciben el medicamento bajo estudio, otros reciben un placebo con el mismo aspecto, sabor, etc. que el medicamento. Los pacientes no saben si están recibiendo el medicamento o el placebo. El concepto “doble ciego” se refiere a que el médico que administra el tratamiento tampoco sabe qué está administrando, de modo que sus expectativas, opiniones (favorables o desfavorables) y actitudes personales no afecten a los pacientes, como ha demostrado la psicología que pueden hacerlo.
Si el medicamento tiene una eficacia estadísticamente superior a la del placebo, tenemos una certeza razonable de que es, efectivamente, el responsable de los efectos. Si es igual al placebo, es razonable suponer que dicho medicamento es ineficaz.
La homeopatía ha luchado por no someterse a estudios con una serie de pretextos y coartadas incomprensibles a la luz de sus afirmaciones sobre su eficacia superior a la de la medicina basada en evidencias. Cuando tales estudios se han realizado, el resultado, una y otra vez, es que la homeopatía no es más eficaz que un placebo, al grado que la prestigiosa revista médica The Lancet editorializó en 2005 que había llegado el fin de la homeopatía.
Las conclusiones
El 22 de febrero de 2010, el comité del parlamento publicó su informe sobre la evidencia respecto de la homeopatía” y pidió al gobierno que retirara la financiación estatal de la homeopatía, y que la agencia reguladora de los medicamentos y productos de salud del Reino Unido no permitiera que las etiquetas de los productos homeopáticos hicieran afirmaciones médicas o aseguraran su capacidad terapéutica si no presentaban evidencia de su eficacia. El comité señaló además que recetar placebos sin que el paciente lo sepa es incompatible con los derechos de libre elección del consumidor.
Como resumió el presidente del comité, Phil Willis, buscaban determinar “si las políticas del gobierno sobre la homeopatía están basadas en la evidencia actual, y no lo están".
Los médicos jóvenes de la Asociación Médica Británica, declararon en mayo que la homeopatía no es distinta de la brujería y se unieron a la solicitud de quitarle el subsidio público en medio de la actual crisis económica que ha afectado profundamente al NHS.
Sin embargo, el 28 de julio 2010, el nuevo ministro de salud conservador, Andrew Lansley, decidió ignorar la evidencia y las recomendaciones de los parlamentarios y de los médicos, y declaró que el NHS seguiría financiando esta práctica. De hecho, abrió la puerta al incremento de los fondos dedicados a la homeopatía y se negó a restringir las afirmaciones no probadas que hace la publicidad homeopática.
Si bien esta decisión no cierra el debate, es un ejemplo muy claro de qué puede pasar cuando un gobierno, un grupo de políticos, deciden no normar sus criterios mediante la mejor evidencia científica disponible. La duda que queda, adicionalmente, es si en la misma lógica se deben financiar los cientos de autoproclamadas medicinas alternativas y prácticas religiosas que tampoco tienen evidencias de su eficacia pero cuentan con partidarios encendidos que creen en ellas. ¿Cuál debe ser el criterio para gestionar la salud de un país moderno?
La favorita del reinoEn el mes de agosto, el NHS de Tayside, escocia, anunció que buscaba a un homeópata al que ofrecía un salario de entre 37 mil y 68 mil euros al año por sólo 8 horas a la semana para atender a un máximo de 16 pacientes. Numerosos científicos y médicos han solicitado el puesto como forma de protesta, entre ellos el columnista de The Guardian Simon Singh, uno de los principales divulgadores científicos ingleses. El NHS no ha comentado. |