El Dr. John Snow (Rsabbatini, D.P. vía Wikimedia Commons) |
La forma en que se diseminaba la enfermedad parecía evidenciar claramente una ruta de contagio y algún agente responsable del contagio. Pero cuando el cólera llegó a Inglaterra en 1832, la teoría microbiana de la enfermedad ni siquiera había sido postulada por el italiano Agostino Bassi. Y no sería demostrada sino mucho después por Louis Pasteur y Robert Koch, hasta que hacia 1880 se abandonó finalmente la creencia en los miasmas.
La idea prevaleciente era que las enfermedades se transmitían mediante “miasmas” o “malos aires”, vapores que tenían partículas de materia descompuesta y malévola, la “miasmata”. Así, no se creía que las enfermedades se transmitieran de una persona a otra, sino que ambas eran víctimas del aire contaminado. Esta creencia no era sólo occidental, sino que la compartían otras culturas como las de la India y China.
Durante el segundo brote de cólera en Londres de 1848-1849, que mató a más de 14.000 personas, apareció en escena el doctor John Snow, como uno de los fundadores de la Sociedad Epidemiológica de Londres y desafiando las creencias de la época que, más que ciencia o medicina, eran ideas supervivientes de tiempos anteriores a la revolución científica.
John Snow había nacido en 1813, en una familia obrera, una limitación que consiguió superar abandonando el hogar a los 14 años para hacerse aprendiz de médico en la vertiente de cirujano barbero. Así, cuando apenas tenía 18 años, en 1831, en una visita a mineros del carbón tuvo su primer encuentro con el cólera, recién llegado de Asia, sin imaginar que sería el centro de su vida profesional. A los 23 años comenzó finalmente a estudiar medicina de modo formal, doctorándose en 1844 y obteniendo su licencia como especialista en 1849.
Snow hizo sus primeros trabajos con las formas primitivas de la anestesia, desarrollando un dispositivo para administrar cloroformo de manera eficaz y segura, tanto que fue él quien se lo administró por primera vez a la Reina Victoria en el parto del Príncipe Leopoldo en 1853.
Curiosamente, este acontecimiento significó el inicio de la aceptación popular a la anestesia, rechazada sobre todo por motivos religiosos aduciendo la maldición bíblica contra la mujer de parir a sus hijos con dolor. Pero, razonó la opinión pública, si la reina podía evadir la maldición, podía hacerlo también cualquier ciudadana común y corriente. Y lo empezaron a hacer, en lo que fue un logro peculiar para un hombre devotamente cristiano, célibe, abstemio y metódico hasta el extremo como era el doctor Snow.
En el segundo brote de cólera en Londres, Snow realizó lo que sería el primer estudio epidemiológiclo de la historia, determinando los niveles distintos de mortalidad causada por la epidemia en 32 subdistritos de Londres. Con sus resultados, teorizó que la enfermedad se diseminaba por algún agente por medio del contacto directo con la materia fecal, el agua contaminada y la ropa sucia. Publicó sus resultados en 1849, en el ensayo “Sobre el modo de contagio del cólera”, donde presentaba las observaciones estadísticas que sustentaban su propuesta.
Sin embargo, esto no impidió que 1854 el tercer brote de cólera en Londres se atribuyera a una concentración de miasmata en las cercanías del Río Támesis. Los acontecimientos en la zona del Soho fueron especialmente violentos porque literalmente de un día para otro enfermaron más de 100 personas y rápidamente se acumuló la aterradora cifra de 600 víctimas mortales.
Una variante del mapa del cólera del Dr. Snow |
Armado con sus datos y su prestigio como médico, Snow acudió a las autoridades con una solicitud: que se quitara el mango de la bomba de agua de Broad Street, haciendo que los residentes se abastecieran en alguna de las otras bombas de la zona. Esto se hizo finalmente el 7 de septiembre, y el número de enfermos y muertos disminuyó rápidamente.
Otro estudio que realizó el mismo año comparó los barrios de Londres que recibían agua de dos empresas distintas, una que tomaba el agua río arriba en el Támesis, donde no había contaminación, y otra que lo hacía en el centro de Londres. Los resultados de Snow demostraban el efecto dañino del agua contaminada y le permitieron sugerir formas de controlar la epidemia e ideas para evitarlas en el futuro.
Aunque la teoría de los miasmas siguió prevaleciendo durante algunas décadas, la realidad se impuso y marcó una serie de cambios en la política londinense, incluida la creación de una nueva red de drenaje en 1880. John Snow, sin embargo, no vivió para ver el triunfo de su esfuerzo sobre las antiguas supersticiones. Murió en 1858 de un accidente cerebrovascular mientras seguía estudiando sus dos pasiones: la anestesia y la epidemiología, disciplina de la que es considerado el gran pionero.
Hoy en día, los visitantes de Londres pueden ir a la calle Broadwick, que es como se rebautizó Broad Street y ver una réplica de la famos bomba de agua del Dr. Snow sin el mango, como testigo de cómo la aproximación sistemática y científica a un problema puede cambiar la forma en que vemos el mundo.
El cólera en EspañaLos brotes de cólera en España coinciden con las grandes pandemias europeas. El primero comenzó en Vigo y en Barcelona en 1833, y se prolongó al menos hasta 1834 recorriendo el país. Seguiría otro en 1855, parte de la pandemia que abordó John Snow, y un tercero en 1865. Las vacunas y los avances de la medicina contuvieron la enfermedad salvo por dos brotes en el siglo XX atribuibles a la mala gestión de las aguas residuales, uno en 1971 en la ribera del Jalón y otro en 1979 en Málaga y Barcelona. |