Artículos sobre ciencia y tecnología de Mauricio-José Schwarz publicados originalmente en El Correo y otros diarios del Grupo Vocento

Clima y cambio climático

La meteorología ha avanzado a grandes pasos, y sin embargo, aún falta mucho por andar para saber si lloverá mañana... y quizá no podamos llegar a saberlo nunca.

En abril de 2006 se lanzó un innovador sistema de seis microsatélites destinados a la observación meteorológica, de la ionosfera y del clima, COSMIC, por sus siglas en inglés. Considerados como el más preciso y estable termómetro para medir el cambio climático, estos microsatélites pueden "ver" a través de la capa de nubes y obtener datos precisos sobre la temperatura y la presencia de vapor de agua en más de mil puntos del planeta cada día, con expectativas de alcanzar los 2.500 diarios en 2007. Los científicos esperan que este sistema de satélites mejore sensiblemente la capacidad humana para prever el comportamiento de huracanes y tifones, así como mejorar las predicciones del tiempo a largo plazo y monitorizar con una exactitud sin precedentes el cambio climático de nuestro planeta.

El conocimiento previo de las condiciones climáticas del futuro, y de ser posible su control, son viejos sueños humanos. Ante los hechos clarísimos de los cambios que traen las estaciones, la temporada de calor, la temporada de lluvias, la temporada de frío, nació el deseo por conocer con más precisión el tiempo que haría en lugares delimitados en momentos concretos, una tarea bastante más difícil que prever que en agosto hará calor en el hemisferio norte (y frío en el sur). La forma de las nubes, el color del sol o del cielo, el vuelo de las aves, los dolores reumáticos y otros elementos a cual más diverso fueron utilizados para intentar conocer detalladamente el clima por venir y prepararse para él. Y cuando fallaban las expectativas normales y las lluvias se retrasaban, por ejemplo, se acudía a un mago o brujo que afirmaba poder provocar la lluvia, aunque generalmente lo único que hacía era tiempo hasta que finalmente llovía, apuntándose el tanto.

Pero no fue sino hasta 1904 cuando el científico noruego Vilhelm Bjerknes propuso que el clima podría pronosticarse a partir de cálculos basados en las variables observables, muchas de ellas no conocidas en la antigüedad, como las variaciones de la presión atmosférica. La presión, la composición atmosférica, las mareas, el calor del sol, el calor del núcleo terrestre, la cantidad de vapor de agua presente en una zona u otra, son algunos de los elementos que influyen en el clima en general, más otros muchos aspectos que determinan el microclima, es decir, el clima en un lugar muy específico. En una ciudad mediana, por ejemplo, puede llover en un barrio mientras que otro, a un par de kilómetros, goza de sol pleno durante todo el día. De este modo, la predicción del clima para Donosti, para Asturias o para Málaga es en realidad una gran generalización que no es aplicable a todos los puntos de tales comunidades, ya no digamos cuando se pregunta qué clima hace en Francia o en Argentina.

Los meteorólogos, siguiendo la propuesta de Bjerknes, se han ocupado sin embargo de tratar de recopilar la mayor cantidad de datos posibles de la atmósfera para conseguir niveles de predicción que comparados con los que eran posibles hace cien años sólo pueden calificarse de asombrosos. Los satélites meteorológicos no sólo nos señalan la dirección y fuerza de los vientos, que trasladan nubes y provocan cambios en la presión atmosférica, sino que además nos permiten conocer la temperatura de distintos lugares tanto en la superficie terrestre como en la parte superior de las nubes, y los satélites que utilizan el radar pueden saber la ubicación e intensidad de las precipitaciones en distintos lugares, para calcular su comportamiento posterior.

Entre las variaciones del clima difíciles de predecir, y de consecuencias aún en proceso de estudio, una de las más notables es la conocida como "El Niño" y "La Niña", un notable aumento o disminución, respectivamente, de la temperatura de las aguas superficiales en la zona tropical del Océano Pacífico oriental, con un ciclo irregular de 2 a 7 años y que afecta la cantidad de lluvia que cae en gran parte del hemisferio Sur y en toda la costa Pacífica del continente americano, además de que después de un episodio de El Niño, se ha observado que hay veranos especialmente cálidos en el hemisferio occidental. Cuando se presenta el fenómeno continuadamente durante dos años, puede reducir seriamente las lluvias monzónicas, lo que a su vez ha sido causa de hambrunas en el subcontinente indio. Actualmente, hay un episodio moderado de El Niño en curso, y se espera que continúe hasta bien entrado 2007.

Existe la idea de que, en última instancia, la predicción exacta del clima es imposible dado que depende de las sutiles interrelaciones de muchísimas variables, que interactúan de modo complejísimo, de modo que es posible que cambios muy pequeños en un sitio se multipliquen ocasionando grandes alteraciones del clima al otro lado del mundo, ejemplo que suele darse para explicar los planteamientos de la "Teoría del caos" de las matemáticas y la física, el "efecto mariposa" según el cual podría ser que el aleteo de una mariposa en Brasil podría ocasionar un tornado en Tejas, como lo planteó el matemático y meteorólogo Edward Lorenz en los años 70. La teoría del caos explica, sin embargo, por qué en ocasiones el clima no se comporta según lo predico, pero no puede explicar cómo predecirlo efectivamente.

Entretanto, la recopilación e interpretación de los datos sobre nuestro planeta nos permite sin duda ser un poco más precisos cada vez. Para ello, el diseño, lanzamiento y operación de satélites meteorológicos sigue siendo una actividad que puede impactar la economía, la vida, la alimentación y las expectativas de millones de seres humanos, por lo que avances como el sistema COSMIC son asunto de importancia para todos, aunque no lo sepamos.

¿De quién es culpa el calor?


El "calentamiento global", un fenómeno cuyas causas aún está a debate en el mundo académico, aunque al parecer es al menos en parte responsabilidad de la actividad humana que genera grandes cantidades de bióxido de carbono, es un aumento en la temperatura promedio de todo el planeta, más notable en la tierra que en los mares, de aproximadamente 0,25 grados centígrados cada década. Los posibles efectos de este calentamiento gradual pueden ser muy serios para la vida humana y para las relaciones ecológicas del planeta, pero ciertamente ese "calentamiento global" o "cambio climático" no es el causante de las temperaturas singulares que estamos experimentando y que han representado promedios de dos y tres grados por encima de la media. Y nada asegura que se trate de una tendencia y no una variación normal en ciclos climáticos más largos que los registros de los que disponemos desde hace apenas trescientos o cuatrocientos años.