Artículos sobre ciencia y tecnología de Mauricio-José Schwarz publicados originalmente en El Correo y otros diarios del Grupo Vocento

La estrella de rock y las estrellas del cosmos

La guitarra eléctrica y el telescopio, el rock y la ciencia, pueden estar más cerca de lo que tradicionalmente podríamos pensar.

Brian May, doctor en astrofísica y
leyenda del rock.
(Foto CC de "Supermac1961"
vía Wikimedia Commons)
En octubre de 2007, los diarios dedicaban titulares a Brian May, legendario guitarrista del grupo de rock Queen, que dominó la escena musical durante casi 20 años. Pero la noticia no era sobre sus notables habilidades como guitarrista, su pasión por crear complejos arreglos vocales o sus composiciones clave en la historia del rock, sino que Brian May había obtenido el doctorado en astrofísica con una tesis sobre la nube de polvo interplanetario que tiene nuestro sistema solar en el plano de la órbita de los planetas.

El doctor Brian Harold May, comandante de la Orden del Imperio Británico, nació el 19 de julio de 1947 en Hampton, suburbio de Londres. Interesado desde niño por la música, a los 16 años, con su padre, diseñó y construyó una guitarra eléctrica que sería la que más utilizaría toda su vida, conocida como “Red Special”.

Terminó el bachillerato con notas dentro del promedio en diez asignaturas y notas altas en física, matemáticas, matemáticas aplicadas y matemáticas adicionales. Era evidente que el joven tenía talento para la ciencia, y resultó lógico que entrara a estudiar física al famoso Imperial College de Londres, la tercera universidad de Gran Bretaña después de Oxford y Cambridge. Allí, obtuvo su licenciatura en física con honores y procedió a su trabajo doctoral, orientado a la astronomía infrarroja.

Sin embargo, tenía otra pasión, la música. A los 21 años, en 1968, había formado la banda Smile, que en 1970 se convirtió en Queen. Cuando llegó el éxito, Brian May decidió suspender temporalmente sus estudios doctorales, pensando siempre que el éxito en un mundo como el de la música rock podía ser sumamente efímero.

Todavía tendría tiempo, sin embargo, para ser coautor de dos artículos de investigación científica basados en sus observaciones realizadas en el observatorio de El Teide, en Tenerife en 1971 y 1972. El primero, "Emisión de MgI en el espectro del cielo nocturno", se publicó en la notable revista Nature el 15 de diciembre de 1972, mientras que la "Investigación sobre el movimiento de las partículas de polvo zodiacal", apareció en la revista mensual de la Real Sociedad Astronómica inglesa en 1974, el mismo año en que Queen lanzaba su tercer álbum, Sheer Heart Attack, con el que se lanzó a la fama mundial, confirmada en 1975 por el histórico álbum A Night at the Opera.

El éxito y la agitada vida de la estrella de rock dominaron la vida de Brian May hasta la muerte de su amigo Freddie Mercury, el vocalista de Queen, en 1991 y un tiempo después, con proyectos diversos del grupo. Pero ya durante la época de oro del grupo, May retomó sus estudios e interés por la astronomía, y al disminuir su actividad musical se encontró colaborando con el programa de televisión más longevo de la venerable BBC: “El cielo de noche”... el programa que disparó su interés por la astronomía cuando tenía 7 u 8 años de edad, en sus propias palabras, además de asombrarlo con su tema musical, una pieza de Sibelius.

Esta legendaria emisión era presentada desde 1957 por Sir Patrick Moore, astrónomo aficionado, músico autodidacta, ajedrecista y autor de más de 70 libros sobre astronomía. Desde el año 2000 llevó como copresentador a Chris Lintott, doctor en astrofísica y apasionado de la música que produjo la ópera cómica Galileo. La colaboración de los tres en televisión dio un fruto singular en 2003, cuando Moore le propuso escribir un libro conjunto que se publicó en 2006: ¡Bang! La historia completa del universo, reeditado desde entonces en 20 idiomas.

Brian May había recibido títulos honorarios en las universidades de Hertfordshire, Exeter y John Moore de Liverpool, además de ser miembro de la Real Sociedad de Ciencias. Pero faltaba el doctorado.

Cuando el musical We Will Rock You se estrenó en Madrid en 2003, Brian May invitó a asistir a su amigo y supervisor en el observatorio de Tenerife, Francisco Sánchez, fundador del Instituto de Astrofísica de Canarias. Fue este astrofísico toledano quien le preguntó a Brian May si algún día terminaría su doctorado”. May recuerda que respondió que sí, y sintió que en ese momento su vida se reorientaba. El doctor Sánchez le ofreció además que presentara su tesis en la Universidad de La Laguna. Cuatro años después, en 2007, May volvíó al Imperial College, presentó su disertación, fue nombrado Canciller de la Universidad poco después y en 2008 se graduó y fue nombrado investigador visitante de la universidad.

“He disfrutado totalmente mis años como guitarrista y grabando con Queen”, dijo Brian May, poco después de recibir su doctorado a los 61 años de edad, “pero es extremadamente gratificante ver la publicación de mi tesis. He estado fascinado con la astronomía durante años y años.” La tesis probó por vez primera que las nubes de polvo interplanetario giran en órbita alrededor del sol en el mismo sentido que los planetas, elemento importante para entender la formación de los planetas al comienzo de la historia de nuestro sistema solar.

Sin duda alguna, para muchos, la mezcla de guitarrista de rock y astrofísico sonará extraña. Pero no tanto para quienes viven en el mundo de la física, donde las inquietudes artísticas en general, y musicales en particular, no son tan desusadas. Como no lo es la implicación en numerosas causas sociales y políticas. Brian May participa en la lucha contra el SIDA (motivada por la muerte de Freddy Mercury), contra el cáncer, por la prohibición de las trampas para animales y en favor de los niños desfavorecidos. Y aún tiene tiempo para considerar la posibilidad de que al menos una parte del polvo que invade nuestras casas sea, sí, polvo estelar.

En palabras de Brian Cox, profesor de física de la Universidad de Manchester, el doctorado de Brian May “muestra que no hay nada de nerd en la gente que estudia astronomía y física. De hecho, la motivación para hacer música y para estudiar ciencia vienen de lo mismo: una especie de curiosidad emocional sobre el mundo y lo que hace que éste, y nosotros, funcionemos”. Brian Cox lo sabe bien... como tecladista que fue del grupo D:ream.

La lección es que las fronteras no son tan rígidas como esperamos que sean, o como se nos imponen. No es necesario elegir entre la guitarra eléctrica y el telescopio. Quizá lo ideal es que en cada casa haya ambos instrumentos, pues ambos permiten a cualquiera alcanzar las estrellas.


El legado continúa

Apenas el 3 de julio de este año, Brian May comentaba en su sitio Web su orgullo de padre porque “su bebé”, su hija Emmy, había obtenido la licenciatura en biología con honores de primera clase en el propio Imperial College donde May se doctoró hace dos años.