Monumento a Gregor Mendel en la ciudad de Brno (Wikimedia Commons) |
Y sin embargo, pasaron casi cuatro décadas para que el
mundo celebrara este logro singular y revolucionario que se había logrado en lo
que aún era el Imperio Austrohúngaro, en la ciudad de Brno o Brünn. Allí, el
fraille agustino Gregor Mendel realizó una serie de experimentos sobre la
herencia de ciertas características en los guisantes comunes (Pisum sativum).
En 1865, presentó los resultados de sus experimentos ante la Sociedad de
Historia Natural de Brünn y un año después los publicó en los anales de la
proopia sociedad bajo el poco sugerente nombre de Experimentos sobre híbridos de plantas.
Era el primer trabajo experimental que demostraba que la
herencia no era cuestión de azar, de o de magia y misterio, sino que respondía
a leyes claras, como se había ido descubriendo que pasaba con el resto de la
realidad en el proceso de la revolución científica.
Gregor Mendel no trabajaba a partir de cero. Conocía los
trabajos de hibridación que granjeros, agricultores y ganaderos hacían a ciegas
y de modo empírico, con experiencias de ensayo y error, pues precisamente no
conocían cómo se daba la herencia.
La inquietud científica y los conocimientos de Mendel
respecto de la tierra tienen su origen en la infancia de Mendel. Sus padres
eran granjeros que trabajaban las tierras de la Condesa María Truchsess-Ziel, y
su padre conocía los secretos de los injertos de distintos tipos de árboles, y
se los enseñó al joven Mendel. La brillantez del joven hizo que sus padres se
esforzaran por educarlo, hasta llevarlo a una carrera eclesiástica donde podía
estudiar sin ser una carga para sus padres y para él mismo.
Mendel expresó su amor a la naturaleza interesándose en
diversas disciplinas que lo llevaron a un puesto como profesor de ciencias
naturales para chicos de educación secundaria. Lo apasionaban por igual la meteorología,
la biología y, en particular, la evolución de la vida, en momentos en que el
debate sobre la evolución estaba en un momento de gran agitación. Mendel
realizó un experimento para determinar si era válida la teoría de Lamarck que
sostenían que los esfuerzos realizados por un ser vivo a lo largo de su vida
producían, de alguna manera, caracteres que podían heredar sus descendientes.
Al ver que el medio ambiente y los esfuerzos de un ser
vivo no cambiaban a su descendencia, Mendel empezó a germinar la idea de la
herencia. Realizó una serie de cruces de guisantes, por un lado, y de ratones,
por otro, simplemente por curiosidad, pero los resultados fueron singulares y
le indicaron el camino a seguir. Al parecer, los rasgos se heredaban en
determinadas proporciones numéricas. Sus observaciones le llevaron a postular
la idea de que algunos rasgos son dominantes mientras que otros son, en cambio,
recesivos. Igualmente, se planteó que los genes estaban aislados unos de otros.
Todos estos hechos lo llevaron a emprender un singular experimento científico.
Durante siete largos años, Mendel hizo estudios de cruces
de la planta del guisante común, determinando que algunas características
heredadas no eran una mezcla o resultado a medio camino entre las
características de los padres, como lo proponían por entonces la mayoría de los
científicos, sino que se presentaban de una u otra forma. Por ejemplo, las flores
de la planta del guisante pueden ser moradas o blancas, pero al hacer una
polinización cruzada entre plantas de flores de ambos colores, no se obtiene
una flor color morado claro. Todas las plantas resultantes tendrán flores
blancas o moradas.
Para sus experimentos, Mendel identificó primero siete
características de los guisantes que fueran fácilmente observables y que sólo
se presentaran en una de dos formas posibles: el color de la flor, la posición
de la flor en la planta (en el eje del tallo o en su extremo), el tallo (largo
o corto), la forma de la semilla (lisa o rugosa), el color del guisante (verde
o amarillo), la forma de la vaina (inflada o constreñida) y el color de la
vaina (amarillo o verde).
A lo largo de sus experimentos, Mendel pudo determinar
cuáles de esas características eran dominantes (es decir, que se presentaban
aunque sólo las tuviera uno de los padres) y cuáles eran recesivas (es decir,
que sólo se presentaban si las tuvieran ambos padres), lo cual dio como
resultado una proporción aritmética clara de cuántos de los descendientes, en
promedio, exhibirían uno u otro de estos rasgos heredados.
Su larga y minuciosa experiencia lo llevó a tres
conclusiones. Primero, que la herencia de estos rasgos está determinada por
“unidades” o “factores” que se transmiten sin cambios de padres a hijos, lo que
hoy llamamos “genes”. Segundo, que cada individuo hereda una de tales unidades
de cada uno de los padres. Y, tercero, que un rasgo puede no hacerse presente
en un individuo pero aún así puede transmitirse a la siguiente generación.
Esto le permitió enunciar dos principios o leyes de la
herencia, los primeros intentos exitosos de describir el misterio de la
transmisión de características de los padres a sus descendientes.
En primer lugar, estableció la “ley de la uniformidad”,
según la cual al cruzarse dos variedades puras respecto de un determinado
rasgo, los descendientes de la primera generación serán todos iguales en ese
rasgo. La segunda, “de segregación de las características”, dice que de un par
de características sólo una de ellas puede estar representada por un gene en un
gameto (espermatozoide u óvulo). La segunda ley es la de la segregación, que
dice que los dos genes que contiene cada célula no reproductora se segregan o
separan al formar un espermatozoide o un óvulo. Finalmente, enunció que
diferentes rasgos son heredados independientemente unos de otros, sin que haya
relación entre ellos.
Dos años después de publicar sus resultados, Mendel fue
ascendido a la categoría de abad en 1868, con responsabilidades tales que dejó
de realizar trabajos científicos.
Mendel murió el 6 de enero de 1884 en la misma ciudad en
la que había nacido, en el modesto silencio de un abad trabajador, y no como
uno de los grandes científicos de la historia.
El jardinero complejo
Además de su actividad científica, Mendel fue en distintos
momentos de su vida titular de la prelatura de la Imperial y Real Orden
Austriaca del emperador Francisco José I, director emérito del Banco
Hipotecario de Moravia, fundador de la Asociación Meteorológica Austriaca,
miembro de la Real e Imperial Sociedad Morava y Silesia para la Mejora de la
Agricultura, Ciencias Naturales y Conocimientos del País, y jardinero.
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