Cambió el modo de pensar que tenemos sobre nosotros mismos y todo el mundo vivo, y desafió creencias milenarias armado sólo de datos, hechos y pruebas.
El mundo en el que nación Charles Robert Darwin en 1809 en Shrewsbury, Inglaterra, quinto hijo del médico Robert Waring Darwin y su esposa Susannah Wedgwood apenas se preparaba para el esplendor inglés bajo la férrea mano de la reina Victoria. Retratado en 1816 abrazando una maceta de flores amarillas, no mostraba ser el genio que celebran la ciencia y el conocimiento, ni el adversario odioso de algunas tendencias religiosas. Después de abandonar la carrera de medicina con el disgusto de su padre, cuando en 1828 empezó a estudiar para ser ministro de la iglesia anglicana, se hizo claro que su vocación sacerdotal tampoco era abundante y tomó otros caminos, como amigo y alumno de John Stevens Henlow, profesor de biología, y luego con Adam Sedgwick, profesor de geología. No deja de ser curioso que, con Henlow, estudiara entusiasta los escritos de William Paley, defensor del argumento del diseño divino en la naturaleza, y que el propio Henlow fuera quien le consiguiera el puesto de "naturalista de a bordo sin salario" en el bergantín de diez cañones HMS Beagle, cuya misión era levantar los planos hidrográficos de la parte sur de la costa sudamericana para luego realizar una circunnavegación planeada para dos años que, al final, se prolongarían hasta cinco.
Aunque ya Anaximandro, en el siglo VI antes de nuestra era, habló de la transmutación de las especies y de ancestros comunes, las ideas religiosas predominaron y sólo a fines del siglo XVIII hubo suficientes evidencias, en el registro fósil, en la geología y en la clasificación de los animales, como para plantearse de nuevo que las especies no permanecían, sino evolucionaban, que en el pasado hubo seres que hoy no existen y no se encontraban rastros de los que hoy sí conviven con nosotros. La idea de la evolución requirió, por supuesto, una explicación, y la más conocida anets de Darwin fue la de Lamarck, que consideraba que las experiencias vitales se reflejaban en la herencia, y así un animal que estire mucho el cuello para comer hojas de los árboles tendrá hijos de cuello cada vez más largo, hasta que sean jirafas.
Darwin fue al viaje del Beagle como geólogo, botánico, zoólogo y científico en general, algo que no era muy común en los barcos de la época, y realmente había sido invitado para acompañar al capitán, que temía que la soledad y la compañía de los marineros lo llevaran al suicidio como a un colega suyo. En el largo viaje, Darwin encontró, describió y recopiló fósiles, distintas especies de animales y plantas, anotando sus variaciones y, sobre todo, haciéndose preguntas sobre el "misterio de misterios", el origen de las distintas especies. El material que llevó consigo al volver a casa en 1836 fue estudiado por Darwin paciente y cuidadosamente hasta que en 1842 se "atrevió" a especular sobre los mecanismos de la evolución, hizo el primer boceto de sus conclusiones en 1844, consciente de las implicaciones que tenía el rumbo de sus estudios, y siguió confirmándolas y sometiéndolas a prueba con los datos de la realidad hasta que en 1859 finalmente publicó El origen de las especies por medio de la selección natural. Darwin no era el único que trabajaba sobre el tema. Como en otros casos, el conocimiento de la biología estaba maduro para llegar a una explicación científica y comprobable de la evolución de las especies, y Alfred Russell Wallace llegó a la misma idea de modo independiente y se lo escribió a Darwin a principios de la década de 1840. Pero aunque Wallace tuvo la inspiración genial, no tenía lo fundamental, las pruebas de las que disponía Darwin. La teoría que planteaba era muy sencilla: en cada generación nacen más individuos de los que sobreviven, y tales individuos son ligeramente distintos unos de otros, de modo que hay una competencia para sobrevivir, en la que los mejor adaptados a su entorno serán seleccionados naturalmente para tener más probabilidades de prevalecer y reproducirse, y al paso del tiempo los cambios se pueden acumular para dar origen a nuevas especies más aptas para sobrevivir en su entorno.
La publicación de El origen de las especies fue una descarga eléctrica en el mundo de mediados del siglo XIX, y especialmente en la Inglaterra natal de Darwin pese a que éste prácticamente no usa la palabra "evolución" en toda la obra y menops aún a los orígenes del hombre. No importaba, los datos del libro implicaban la evolución de todos los seres vivos, incluido el hombre, y los ataques vinieron incluso de sus antiguos profesores Henlow y Sedgwick. La personalidad tranquila y conciliadora de Darwin no le permitía entrar en la liza. Pero su libro había reclutado para la causa del conocimiento científico de los procesos biológicos del cambio a un defensor que se alimentaba del enfrentamiento dialéctico, Thomas Henry Huxley, biólogo que se ganó el título de "el bulldog de Darwin" después de su debate con el obispo de Oxford, Samuel Wilberforce, al que dejó en ridículo al decirle que prefería descender de un mono que de un hombre que no supiera usar su inteligencia.
Abierta la "caja de Pandora" de la evolución, y con el respaldo de Huxley en la arena pública y personal, Darwin siguió ampliando sus conclusiones en libros como El descenso del hombre, La expresión de la emoción en el hombre y en los animales y otros libros, artículos y obras breves que dieron forma a una teoría sólida, cuyos detalles han sido afinados desde 1859 por sucesivas generaciones de biólogos evolutivos sin que aparezca ningún hecho que haga dudar que se trata de una explicación esencialmente correcta de los mecanismos del devenir de la vida en la Tierra.
Charles Darwin se casó con su prima Emma Wedgwood y tuvo diez hijos, de los cuales sobrevivieron ocho, y murió en Kent, el 19 de abril de 1882 y está paradójicamente enterrado en la abadía de Westminster, cerca del astrónomo John Herschel y de Isaac Newton. Entre ingenios de su nivel, sin duda.
Lo que es una teoríaAl hablar de la "teoría de la evolución" de Darwin, vale recordar que "teoría" no significa lo mismo en el habla popular y en la ciencia. A nivel cotidiano, una "teoría" es una especulación, una conjetura más o menos imaginativa. En ciencia, "teoría" denota a una serie de leyes que relacionan determinado orden de fenómenos. Así, la "teoría de la gravitación universal" no es una ocurrencia de Newton, sino las leyes que relacionan la masa, la distancia y la velocidad con la gravedad. La "teoría de la evolución" de Darwin relaciona la presión de selección, la mutación y la variabilidad de los seres vivos con la evolución, y está debidamente demostrada y validada. No es, por tanto, "sólo una teoría". |