Artículos sobre ciencia y tecnología de Mauricio-José Schwarz publicados originalmente en El Correo y otros diarios del Grupo Vocento

Dengue, la amenaza incesante

2007 fue el año en el que se descubrió que los lineamientos de la OMS para identificar casos de dengue entre personas que hayan visitado ciertos países tropicales son insuficientes para detectar casos en principio benignos de la enfermedad.

Mosquito Aedes aegypti, principal vector del
dengue hemorrágico
(Foto GFDL de Muhammad Mahdi Karim,
vía Wikimedia Commons)
Centrándose en la forma más terrible del dengue, la de fiebre hemorrágica, y su principal síntoma, el sangrado, como su nombre lo indica, los lineamientos omiten a muchísimas personas que padecen la enfermedad, que pueden llegar a requerir hospitalización y que se ponen en riesgo al no ser tratadas, ya que una segunda infección de dengue aumenta el riesgo de padecer su forma más peligrosa. Diagnosticados incorrectamente como víctimas de una gripe o resfriado, estos pacientes corren el peligro de infectar a otras personas mediante mosquitos o productos de la sangre, al menos mientras presentan fiebre. Así, por ejemplo, uno de cada 1.300 donantes de sangre en Puerto Rico tenía una infección activa de dengue durante la epidemia de 2005. Sin embargo, entre los más de dos mil millones de habitantes de zonas donde el dengue es común, se informa de alrededor de un millón de casos al año, muchos menos, dicen los expertos, que los que realmente se presentan.

El dengue, en general poco conocido fuera de los trópicos, llamó la atención noticiosa en 2002, cuando Cuba enfrentó su peor epidemia de dengue en décadas y para combatirlo reclutó los esfuerzos de la población, incluyendo a 11.000 trabajadores que tenían la misión de fumigar todas las viviendas de La Habana y multar a quienes no se lo permitieran. La atención se debió no a las víctimas de la enfermedad, sino a que se convirtió en otra pieza del ajedrez político: las autoridades cubanas afirmaron que la epidemia había sido causada por los Estados Unidos y los disidentes cubanos aseguraron que se utilizaba la fumigación para envenenarlos. Ninguna afirmación fue probada a la larga.

El dengue es una enfermedad febril aguda causada por cuatro distintos tipos de arbovirus del genus Flavivirus y cuyo vector principal son los mosquitos Aedes aegypti y, en menor medida, Aedes albopictus, que también transmiten los virus de la fiebre amarilla y la hasta hace poco desconocida enfermedad de chikungunya. Como en otros casos, la hembra de este mosquito necesita sangre para madurar sus huevecillos, y al chupar sangre a sus víctimas les transfiere diversas enfermedades. La infección se presenta de pronto con un rápido aumento de la temperatura, escalofríos e intensos dolores en la zona lumbar, la nuca y los hombros, además de dolor muscular difuso y dolores en las articulaciones, que le han dado su nombre en inglés: "fiebre rompehuesos". En la mayoría de los casos hay conjuntivitis y una erupción parecida al sarampión. En los casos más graves, hay gastritis, dolores estomacales, vómito y diarrea. En los casos de fiebre hemorrágica, aparecen espontáneamente moratones en distintos lugares del cuerpo como los sitios de inyecciones, sangrado de las mucosas, vómitos de sangre o diarrea sanguinolenta. En los casos más riesgosos, los pacientes muestran alteraciones del pulso, baja tensión arterial, inquietud y piel fría y húmeda. El dengue suele presentarse en brotes epidémicos y puede ocasionar la muerte, como ocurrió en la epidemia del sureste asiático de 2005, donde hubo casi 17 mil muertes en un cuarto de millón de casos.

Considerada una amenaza creciente para los habitantes de los trópicos y para los visitantes de países como Tailandia, Brasil, Cuba y Puerto Rico, esta afección fue sujeto, en 2007, del primer análisis integral y multinacional de todos los interesados, revelando que el dengue comporta una carga epidemiológica, social y económica mucho mayor de lo que se calculaba en el pasado. Así, en octubre de 2007 se informaba que el profesor Donald Shepard, uno de los investigadores del estudio, señalaba: "Un episodio de dengue tiene un enorme impacto sobre el gobierno, los hogares y los empleadores".

En 2007, solamente, se presentaron brotes en Paraguay (con más de 16.000 casos y una decena de fallecimientos), en la frontera entre Brasil y Paraguay (45.000 casos estimados) y en los estados de Ceará, Pará, San Paulo y Rio de Janeiro con más de 70.000 casos y más de dos decenas de muertes, en Puerto Rico (más de 2.000 casos hasta agosto) y en la ciudad de Monterrey, la tercera en importancia de México.

Al tratarse de una infección viral, los antibióticos no tienen efecto sobre el dengue, y por tanto el único tratamiento actual es la terapia de apoyo, aumento en el consumo de líquidos y en ocasiones líquidos por vía intravenosa, transfusiones de plaquetas si el recuento disminuye sensiblemente o de glóbulos rojos en caso de hemorragias intensas. Los pacientes deben hospitalizarse, algo que no es sencillo en países ecoómicamente limitados, y aún no se ha desarrollado una vacuna.

Una inesperada posibilidad de combate del dengue y de otras enfermedades transmitidas por mosquitos proviene del campo lleno de promesas de la genética. Desde la década de 1990 los científicos demostraron que se podían introducir genes exógenos en el genoma de los mosquitos, y este descubrimiento permitió que en 2007 investigadores del Tecnológico de Virginia y la Universidad de California Irvine consiguieran que se expresara un gen de origen externo únicamente en las células germinales de mosquitos hembras. Esto permitiría que mosquitos con genes que impidieran que el virus se desarrollara en su interior se cruzaran con mosquitos salvajes, cortando la línea de transmisión hacia el ser humano.

Mientras eso se consigue, los países que sufren de enfermedades tropicales y carecen de medios económicos y tecnológicos para proteger a su población dependen de la ayuda y la solidaridad de los países desarrollados para disminuir las muertes y sufrimiento de millones de personas en todo el mundo y contener el regreso que experimenta esta enfermedad desde que se dieron por terminados los esfuerzos de erradicación del mosquito hace más de 30 años.

Recomendaciones para los viajeros

Si usted viaja a zonas tropicales, especialmente Florida, América desde México hasta Paraguay, el África subsahariana y el sudeste asiático y Oceanía, debe ocuparse de su protección personal contra el dengue y otras enfermedades propias de estos climas. No duerma sin mosquitero, aplíquese repelentes que contengan las sustancias conocidas como NNDB y DEET en todas las zonas de la piel expuestas (los mosquiteros nocturnos impregnados de DEET son una buena recomendación) y evite visitar áreas donde la enfermedad sea endémica. Si tiene cualquier síntoma poco después de su viaje, vaya al médico, aunque parezca una simple gripe, e informe al médico dónde ha estado.