Felipe Lafita Babio, pionero de la astronáutica española (fotografía de Monografias Históricas de Portugalete utilizada bajo política de fair use no comercial ni difamatorio) |
Para muchos españoles, la presencia de Pedro Duque en la misión STS-95 del transbordador espacial Discovery lanzada el 29 de octubre de 1998 fue la primera noticia de que España estaba desempeñando un papel en la aventura espacial. Ni siquiera el viaje de 1995 de Miguel López Alegría, nacido en Madrid y nacionalizado estadounidense, había concitado tal atención mediática.
Pedro Duque fue además uno de los pocos astronautas en volar misiones de la NASA y de la ESA, al participar en 203 en la Expedición 8 a la Estación Espacial Internacional, en la misión científica que la ESA denominó “Misión Cervantes”.
Hoy, España es la quinta potencia europea en cuanto a la inversión que realiza en la Agencia Espacial Europea, y es, por tanto, uno de los países más activos en la exploración espacial. Una posición difícil de prever en 1942, cuando el ingeniero Felipe Lafita Babio, fundó el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), cuyo primer director sería el científico Esteban Terradas y que es la encargada de la actividad espacial del estado español.
En 1960, apenas tres años después de que el Sputnik 1 diera inicio a la era espacial, el INTA establecía un convenio con la Nasa para la instalación de la estación espacial de Maspalomas, en Gran Canaria, cuya misión original fue colaborar en el seguimiento de las cápsulas espaciales Mercury.
La estación de Maspalomas continúa en actividad y actualmente le ofrece apoyo a la misión Cluster II de la ESA, además de dar asistencia a otras misiones europeas durante las fases de lanzamiento y órbita temprana y a proyectos de la NASA y de JAXA, la agencia espacial japonesa, ocupándose de la recepción, proceso y archivado de datos de observación de la tierra mediante satélites.
No mucho después, en 1964, otro convenio con la NASA establecía el Complejo de Comunicaciones del Espacio Profundo de Madrid, MDSSC, en Robledo de Chavela. Este complejo forma, con sus gemelos de Californa, EE.UU. y Canberra, Australia, el sistema clave de seguimiento de todos los vehículos espaciales de la NASA.
En 1969, una de las cuatro antenas de 34 metros de diámetro con que cuenta el centro, apodada “La Dino”, fue empleada para hacer el seguimiento de la misión Apolo XI, que culminaría con la llegada del hombre a la Luna. El centro tiene además una antena de 70 metros y otra de 26, que también son utilizadas en proyectos de radioastronomía.
En 1978 se inauguraba la Estación de Villafranca del Castillo, dedicada al seguimiento del satélite IUE, dedicado al análisis de la radiación ultravioleta. En 2008 se convirtió en el Centro Europeo de Ciencias Planetarias y Astronomía Espacial (ESAC), sede delas misiones telescópicas espaciales y planetarias de la ESA, y poco a poco va dejando de hacer el seguimiento de misiones que su personal científico realizó las 24 horas del día, los 365 días del año, desde 1981 hasta 2006, para
La Estación Cebreros es parte de la red ESTRACK dedicada al rastreo de distintas naves. Desde 2005, está a cargo del seguimiento de la sonda Venus Express de la ESA, además de realizar labores de rastreo de otras misiones como Mars Express y Rosetta. Su colosal antena parabólica de 35 metros de diámetro es una de las más modernas del mundo
Los satélites españoles
En 1974, el INTA lanzó desde las instalaciones de la NASA en Florida el primer satélite concebido, diseñado y producido en España, el INTASAT, como culminación de un proyecto iniciado seis años atrás. Con sólo 10 kg de peso, el satélite científico cuyo experimento era un fario ionosférico, se puso en órbita el 15 de noviembre a bordo de un cohete Delta.
No sería el único satélite desarrollado y puesto en órbita como parte del programa espacial español.
El UPM-Sat fue un microsatélite desarrollado por la Universidad Politécnica de Madrid, de carácter científico y educativo, lanzado el 7 de junio de 1995 desde la Guayana Francesa en un lanzador Ariane IV-40, y que estuvo activo durante 213 días-
El Minisat 01, cuya carga constaba de un espectrógrafo de rayos ultravioleta, una cámara de rayos gamma y un experimento sobre comportamiento de fluidos en ausencia de gravedad, fue lanzado desde la base aérea de Gando, en Gran Canaria, el 21 de abril de 1997, utilizando una lanzadera espacial Pegasus.
El 29 de julio de 2009, desde Baikonur, Ucrania, se lanzó un cohete Dnepr que llevaba entre su carga el Deimos-1 o Spain-DMC 1, satélite privado de la empresa del astronauta Pedro Duque y parte de un proyecto de observación y captura de imágenes de la superficie terrestre para ofrecer imágenes que ayuden a las acciones en casos de desastres naturales.
Hoy, la Universidad de Vigo se encuentra desarrollando las etapas finales de su satélite Xatcobeo, previsto para lanzarse en otoño de 2010 desde la base europea de la Guayana Francesa.
Sin embargo, la actividad española en la exploración espacial y en la ESA es mucho más amplia en áreas ciertamente menos mediáticos. El INTA cuenta con un centro donde las estructuras diseñadas para la nueva generación de cohetes lanzadores Arianne se someten a pruebas que replican las tensiones y violencia de un lanzamiento y vuelo espacial.
Cuenta con el Centro de Experimentación de El Arenosillo, que desarrolla y lanzan cohetes suborbitales para el estudio de la atmósfera. El Spasolab se ocupa desde 1989 de las pruebas de fiabilidad, durabilidad, rendimiento y certificación de las células de energía solar que utilizan todos los vehículos de la ESA. El INTA además realiza el análisis y diseño de estructuras y mecanismos espaciales, incluyendo desarrollo robótico, trabajos de ingeniería de sistemas espaciales, gestión de proyectos espaciales y mucho más.
Si el futuro está en el espacio, cosa cada vez más certera conforme la actividad en el espacio se vuelve parte de nuestra experiencia cotidiana, existe una muy razonable expectativa de que la ciencia, los científicos, los técnicos y las universidades españolas tengan bien ganado un lugar en ese futuro.
Un pionero frustradoEl título de pionero espacial español pertenece a Emilio Herrera Linares, granadino nacido en 1879 que a principios del siglo XX concibió llegar a la zona más alta de la atmósfera con un globo, un colosal aparato de 26.000 metros cúbicos de capacidad. Para sobrevivir a la experiencia, en diseñó un traje que se podría llamar, en justicia, un traje espacial, que se llegó a construir y probar en 1935 en la Escuela de Mecánicos del aeródromo militar de Cuatro Vientos. Para 1936, todo estaba listo para la gran aventura de Emilio Herrera... pero como tantas otras cosas en España, la experiencia se vio cancelada debido a la asonada militar contra el gobierno legítimo que desembocó en la Guerra Civil. |