Salvo escasas excepciones, somos diestros o zurdos. Es parte de nuestra forma de ser desde la niñez, cuando descubrimos que nos resultaba más cómodo usar una mano o la otra. La desgraciada costumbre de intentar obligar a niños zurdos a usar la mano derecha cuando todo su sistema nervioso indicaba que eran zurdos, nos ha enseñado incluso cuánto sufrimiento implica el no seguir esa tendencia de nuestro cuerpo.
Curiosamente, ese rechazo a lo zurdo y la presión para cambiar su tendencia natural, provenía de la superstición de que el lado izquierdo (“sinistra” en latín) era malévolo y de mal agüero, el lado del diablo, igual que la mano correspondiente o, como se considera en el Islam, la mano sucia que se usa para ir al baño.
¿Por qué somos diestros o zurdos? Los científicos aún no tienen la respuesta. Existen hipótesis como que la preferencia de mano tiende a ser reflejo de la preferencia de lenguaje, es decir, que los diestros tienden a tener las habilidades del lenguaje concentradas en el hemisferio izquierdo y los zurdos en el derecho, pero las muchas excepciones a esta regla general no la sustentan demasiado sólidamente. Y el origen genético (pese a cierta tendencia de que ser derecho o zurdo sea heredada) tampoco es tan sólido si consideramos que hay casos de gemelos idénticos en los que uno es diestro y el otro zurdo. Después de todo, podría simplemente ser un accidente, según algunos biólogos: la especialización de las manos hizo que se concentraran ciertas habilidades en uno u otro hemisferio, y pasamos a ser diestros simplemente por azar.
Ciertamente, lo que podemos inferir de algunos de nuestros antepasados o parientes del género Homo como el neandertal, el ergaster y el heidelbergensis es que eran mayoritariamente diestros, como nuestra especie. Los brazos derechos más fuertes y musculados (lo que se revela por la inserción de los músculos en los huesos que estudiamos) y la fabricación de algunas herramientas así parecen indicarlo.
Pero esto no es verdad en todos los primates. Revisando estudios realizados en nuestros parientes taxonómicos durante 90 años muestra que todos los primates tienen una preferencia. Los lémures y otros prosimios tienden a ser zurdos, los macacos y otros monos del viejo mundo se dividen más o menos a la mitad: 50% zurdos y 50% diestros. Los gorilas y chimpancés son preferentemente diestros con un 35% de zurdos y entre los humanos los zurdos son algo más del 10%. Esto podría indicar que ser diestro es un fenómeno más reciente en la evolución de nuestra familia.
Pero vale la pena decir que ser diestro o zurdo no es en realidad una preferencia absoluta. Todos tenemos tareas que hacemos mejor con la mano izquierda. En el béisbol, por ejemplo, la mano que los diestros usan para atrapar es la izquierda, e intentar hacerlo con la derecha les resulta tan incómodo como a un zurdo tratar de escribir con la derecha. Más que la dominancia de una mano (o, entre los futbolistas, un pie) sobre el otro, lo que hay podría conceptuarse como una división del trabajo que se expresa a la inversa entre diestros y zurdos.
Del mismo modo en que el ser humano tiene esta diferencia, el universo también la exhibe.
Quiralidad en la naturaleza
Fue Louis Pasteur quien, en 1848, descubrió que ciertas sustancias podían presentarse en dos tipos de moléculas de fórmula idéntica salvo porque unas eran la imagen en espejo de las otras, sin poder superponerse una sobre la otra, como pasa con nuestras manos. Se llamó a esta propiedad “quiralidad” (de la raíz griega “chiros”, que significa “mano”) y aunque originalmente se descubrió por sus propiedades ópticas (los cristales “diestros” de una sustancia giran la luz polarizada en la misma cantidad pero sentido inverso que los cristales “zurdos”), pronto se descubrió que las diferencias eran bastante más complejas y representaban variedades en otros aspectos. A las que miran a la derecha se les llama “dextrógiras” mientras que a las que miran a la izquerda se les llama “levógiras”.
Por ejemplo, las moléculas de 19 de los 20 aminoácidos tienen quiralidad (la excepción es la glicina, que es una molécula simétrica y por tanto su imagen en espejo es igual), pero las proteínas que nuestro ADN produce sólo tienen aminoácidos levógiros. Esto significa que la molécula mayor, la proteína, está formada de elementos de construcción que tienen una quiralidad uniforme, por lo que se les conoce como “homoquirales”. El ADN, la macromolécula de la vida en la tierra, también es homoquiral, pues si estuviera formado por unidades de quiralidad diferente no podría formar correctamente la estructura de la doble hélice.
Si los aminoácidos son levógiros, las azúcares suelen ser dextrógiras. Así, por ejemplo, la glucosa natural es dextrógira, por lo que la conocemos como dextrosa o D-glucosa. Se puede producir artificialmente una glucosa levógira, la L-glucosa, que pese a ser igualmente dulce no puede ser metabolizada y usada como fuente de energía (su coste y otros problemas han impedido que se use como sustituto de la dextrosa para dietas y diabéticos).
El sabor y los aromas que percibimos, sin embargo, se relacionan también con la quiralidad. La hipótesis más extendida sobre cómo detectan los aromas y el sabor nuestros receptores nerviosos indican que son activados por la forma de ciertas moléculas, que se acoplan con ellos (o con sustancias en su superficie) como una llave con una cerradura. Así, por ejemplo, el 4-metilhexanal, en su versión levógira, no tiene olor detectable, pero en su versión dextrógira provoca una sensación olfativa intensa, floral y con elementos verdes y frescos. Más contrastantemente, el ácido 2-metilbutanoico levógiro es afrutado y dulce, pero su reflejo dextrógiro nos huele a queso y sudor.
Hoy, la ciencia encuentra quiralidad en sitios donde no se esperaba, desde neutrinos diestros y zurdos hasta una variación en el giro de las galaxias a derecha e izquierda – desde nuestro punto de vista – que nos muestran un universo menos simétrico de lo que quizás creímos. Un universo que es de izquierda o de derecha... y no en sentido político.
Un mundo para diestrosUno de los problemas que apenas están solucionando las sociedades más tecnológicas es el de los muchísimos implementos (desde tijeras y abrelatas hasta equipo deportivo y muchos instrumentos musicales) que están diseñados para personas diestras sin pensar en la alternativa. Hoy, afortunadamente, los virtuosos no tienen que tocar una guitarra al revés, como lo hizo Jimmy Hendrix, sino que cuentan con multitud de productos hechos para ellos. |