Artículos sobre ciencia y tecnología de Mauricio-José Schwarz publicados originalmente en El Correo y otros diarios del Grupo Vocento

Cuando se acabe el petróleo

La realidad socioeconómica que conocemos depende de una energía que nos permita producir y transportar los bienes que necesitamos. Necesitamos garantizar que tendremos esa energía en el futuro.

El petróleo produce electricidad, nos calienta en invierno, nos refresca en verano, permite transportar bienes y personas, mover la maquinaria con la que producimos todo tipo de bienes y servicios en la fábrica y en el campo, conseguir muchísimos bienes de consumo a precios accesibles para muchas personas y, en general, conseguir muchísimas cosas que no podríamos obtener si dependiéramos, como lo hicieron durante millones de años nuestros antepasados, únicamente de la energía de nuestros músculos.

Extraer energía de elementos distintos de nuestros músculos ha sido una de las principales preocupaciones del hombre, y uno de los motores esenciales del desarrollo de lo que llamamos nuestras culturas. El fuego obtenido a partir de madera, extrayendo la energía concentrada en la madera y usándolo para nuestro beneficio, permitió a los seres humanos importantes logros: defenderse en la noche, soportar el frío de latitudes no habituales para nuestra constitución física, habitar en lugares oscuros como las cavernas y cocinar los alimentos, accediendo así a fuentes nutritivas que no podemos aprovechar plenamente en forma cruda.

A la madera pronto se unió el carbón, que contiene una mayor cantidad de energía almacenada que la madera, y otros materiales que podían quemarse, como el estiércol seco de herbívoros, o aceites minerales, animales y vegetales. Se emplearon también otras fuentes de calor, como las aguas termales procedentes de las profundidades de la tierra.

El petróleo era conocido ya en la antigüedad, cuando el asfalto que surgía naturalmente de la tierra se empleaba en la construcción. Herodoto y Diódoro relatan que así se hizo en los muros y torres de Babilonia, mientras que en la china del siglo IV en petróleo ya se obtenía mediante perforaciones para quemarlo y evaporar la salmuera para obtener sal. Pero el boom petrolero que conocemos hoy comenzó en 1846, cuando el físico y geólogo canadiense Abraham Pineo Gesner descubrió el proceso de refinación para obtener queroseno a partir del carbón, lo que disparó una serie de investigaciones sobre la refinación que en pocos años permitieron obtener queroseno a partir del petróleo, y poco a poco a obtener una creciente variedad de sustancias y productos a partir de la destilación del petróleo. Así, del petróleo se obtienen combustibles como el etanol, el combustible diesel, los aceites combustibles, la gasolina, el combustible de aviones, el queroseno y el gas de petróleo líquido (LP). Adicionalmente, del petróleo se extraen los alquenos que se convierten en todos los plásticos que conocemos, lubricantes, ácido sulfúrico, alquitrán, asfalto, coque de petróleo, cera parafina y sustancias petroquímicas aromáticas.

Pese a su valor como origen de otros productos, el 84% de todo el petróleo que se extrae en el mundo se convierte en combustibles que quemamos. Y eso representa el 40% de las fuentes de energía del mundo, mientras que el carbón sigue siendo responsable del 23,3% de nuestra energía y el gas natural del 22,5%. Las fuentes de energía no fósiles siguen siendo minoritarias; en 2004, sólo el 7% de la energía era de origen hidroeléctrico, 6,5% procedía de la energía nuclear y todas las demás opciones, principalmente la biomasa, apenas formaron el 0,7% de nuestro consumo.

Sin embargo, el petróleo es un recurso no renovable, lo que significa que, en algún momento, empezará a escasear, lo que significará que poco a poco se volverá demasiado caro o precioso para quemarlo, llevándonos inevitablemente al uso de otras formas de energía, muchas de las cuales están en pleno desarrollo en estos momentos. Ninguna de ellas, en este momento, es lo bastante atractiva como para sustituir al petróleo, porque ninguna tiene las características esenciales de esta sustancia: abundancia, fácil transportación, alto contenido energético y diversidad. También es un hecho que podemos ahorrar mucho petróleo, simplemente disminuyendo el desperdicio (como el que implica el uso excesivo del automóvil en lugar del transporte público). Sin embargo, la propia abundancia y bajo costo del petróleo impiden que individuos y sociedades realicen esfuerzos adecuados para su conservación.

La pregunta, sin embargo, no es si podremos vivir sin petróleo, es que deberemos hacerlo en un futuro indeterminado, pero sin duda no demasiado lejano. La mejor promesa para sustituirlo se encuentra en las fuentes de energía renovables, es decir, las que no pueden agotarse como lo hará el petróleo: la hidroelectricidad, la energía solar, la eólica, la geotérmica, la de las olas y mareas y, cada vez más, la bioenergía, es decir, la energía obtenida de la quema de materiales biológicos o su conversión en combustibles de origen biológico. En todo caso, para sustituir al petróleo seleccionaremos fuentes de energía que nos ofrezcan la mayor eficiencia a cambio de nuestra inversión en tiempo, trabajo y dinero.

En este sentido, en las últimas semanas un grupo de ingenieros químicos de la Universidad de Purdue han propuesto un nuevo proceso ecológicamente aceptable para producir combustibles líquidos a partir de materia vegetal o biomasa. El nuevo procedimiento añade a las aproximaciones ya conocidas hidrógeno obtenido a partir de una fuente de energía libre de carbono, lo que suprime la formación de bióxido de carbono durante el proceso y aumenta su eficiencia, permitiendo obtener el triple de biocombustible a partir de la misma biomasa.

Las investigaciones del futuro, que recibirán un gran impulso en cuanto empiece realmente a haber signos de agotamiento del petróleo, seguramente obtendrán resultados aún más eficientes y asombrosos. No obstante, si hoy hay en los Estados Unidos 1.400 millones de toneladas de biomasa disponibles como subproductos de los procesos agrícolas, el doctor Rakesh Agrawal, director del grupo de investigación de Purdue, afirma que es posible satisfacer todas las necesidades de combustible para transportación en Estados Unidos "sin usar tierra adicional" para su producción.

Mi auto bebe alcohol


En 1978, Brasil se convirtió en líder de la energía alternativa al introducir los automóviles alimentados con alcohol obtenido de la fermentación de caña de azúcar y remolacha. A partir de 2004, el proyecto se renovó con la aparición del motor híbrido o flexible, que puede usar gasolina o alcohol indistintamente y en cualquier mezcla, y está presente en vehículos fabricados en Brasil por varias de las principales marcas. Y con buena razón: entre 2006 y 2007 se espera que más del 75% de los autos nuevos vendidos sean de motor híbrido.