Artículos sobre ciencia y tecnología de Mauricio-José Schwarz publicados originalmente en El Correo y otros diarios del Grupo Vocento

Las herramientas en el mundo animal

La fabricación de lanzas por parte de un grupo de chimpancés pone nuevamente de relieve que quizá no estamos tan lejos del resto del mundo animal como quizá algunos desearían.

A principios de la década de 1960 la entonces joven etóloga Jane Goodall publicó que los chimpancés que estudiaba en la reserva de Gombe, en Tanzania, exhibían de modo regular un comportamiento único: limpiaban y preparaban una ramita que luego introducían en un termitero y esperaban a que las termitas subieran a la ramita, para luego extraerla y comer las termitas, que para el chimpancé son todo un manjar.

El descubrimiento de la científica británica traía de nuevo a la mesa de discusión habilidades de los animales que algunas visiones considerarían específicamente humanas. En el caso de los chimpancés de Gombe, no se trataba únicamente de que los animales utilizaran una herramienta encontrada en el entorno, sino de la preparación y creación de dicha herramienta, la alteración de un elemento natural para adecuarlo a una necesidad determinada: la pesca de deliciosas termitas. Observaciones adicionales de los chimpancés fueron demostrando que este comportamiento no era una excepción, ni mucho menos. Al paso del tiempo, los investigadores pudieron observar a distintos grupos de chimpancés empleando ramitas especialmente modificadas para extraer miel de una colmena y para desenterrar raíces comestibles. Igualmente se vio que pueden utilizar hojas como herramientas para reunir agua y para limpiarse de barro, sangre y restos de alimentos. Y por lo que se refiere a la "pesca de termitas", al paso de los años se ha podido determinar que no sólo usan una herramienta, sino un juego de herramientas que puede incluir palos perforadores destinados a abrir agujeros hasta las galerías de los termiteros, además de las distintas herramientas que utilizan después para hacerse de su alimento.

El uso anteriormente documentado de herramientas en el mundo animal ya era de por sí inquietante para muchos. Por ejemplo, los buitres egipcios gustan de alimentarse de huevos de avestruz, cuya cáscara resulta tremendamente dura y difícil de romper, y el pico del buitre no sirve para ello. Cuando encuentra un huevo del que puede alimentarse, el ave busca en sus alrededores una herramienta adecuada, una piedra con la forma y el peso correctos para llevarla en el pico y usarla para golpear el huevo de avestruz, romperlo y acceder a su interior. Otra ave que utiliza herramientas con notable habilidad es el pinzón carpintero de las Galápagos, una de las aves de cuya observación derivó Charles Darwin la idea de la variación natural como motor de la evolución. Los pájaros carpinteros perforan la superficie de los árboles para acceder a las larvas que viven bajo la corteza. Capturan a dichas larvas con una larga lengua de tipo arpón para llevarlas a la boca. Sin embargo, el pinzón carpintero carece de esta lengua. A cambio de ello, el pinzón busca ramas o espinas de cactos, las cuales recortan y afinan para darles la longitud y forma adecuadas, y luego las utilizan para extraer la larva y poder comerla. Un tercer caso de uso herramientas en el mundo de las aves nos lo ofrecen ocasionalmente algunos ejemplares de garza verde, que dejan caer pequeños objetos en la superficie del agua y, cuando los peces se acercan al objeto considerando que podría ser una presa, la garza caza rápidamente a los peces. En términos exactos, la garza está pescando con carnada, una herramienta sin duda muy desarrollada.

Por supuesto, las habilidades de los animales han sido llevadas al laboratorio para explorarlas en condiciones más controladas. De hecho, la primera observación de uso de herramientas por parte de chimpancés se dio en la década de 1920, cuando el psicólogo Wolfgang Kohler observó a cuatro ejemplares usar varas largas para alcanzar objetos que se encuentran a una altura tal que les resultaban inalcanzables sin la herramienta. En otros experimentos se observó, no sin asombro, que los chimpancés podían unir dos varas cortas para crear una herramienta lo bastante larga como para alcanzar lugares elevados, o bien apilar cajas para conseguir el mismo objetivo. Y más recientemente, en experimentos de uso de varas para alcanzar objetos en sitios elevados, se ha visto cómo algunos chimpancés aprendían a usar tales varas como escalas para huir del recinto donde estaban confinados, sin duda para sorpresa de los científicos.

La pregunta principal es si el uso de herramientas por parte de los animales es una conducta instintiva (es decir, seleccionada y determinada genéticamente como parte de su evolución) o una conducta aprendida e "inteligente", aunque esta última palabra parece cada vez menos útil por cuanto a que su definición no es tan clara hoy como en el pasado. Ciertamente, el uso de espinas de cactos por parte de los pinzones carpinteros parece ser una conducta genéticamente determinada, que aparece en su totalidad sin necesidad de haber sido observada anteriormente ni imitada de otro animal. Además, es un comportamiento común a todos los pinzones carpinteros. No ocurre lo mismo, por ejemplo, con la pesca mediante carnada de las garzas verdes, ni mucho menos con las herramientas empleadas por los chimpancés, ya que distintos grupos utilizan distintas herramientas de distintas formas. Así, por ejemplo, la pesca de termitas en Gombe, Tanzania, y en el Congo, es distinta. Y, en todos los casos, se trata de conductas aprendidas, es decir, que no aparecen comúnmente en el repertorio conductual de los animales si no es por medio de la imitación y la enseñanza, o por un descubrimiento individual claramente observable.

¿Acaso hay un proceso de razonamiento, de abstracción de un problema y de su solución a nivel interno antes de experimentarlo? No lo sabemos. Para el etólogo Konrad Lorenz, existía la llamada "experiencia ajá", el momento del descubrimiento mental de una solución por parte de un chimpancé. Pero en realidad estamos todavía muy lejos de poder determinar con certeza que, efectivamente, hay procesos cognitivos y de abstracción en los animales, esos seres que, en una época, estuvimos seguros de que eran totalmente distintos a nosotros y que, sin embargo, quizá tienen algo que podríamos llamar una cultura propia.

¿Armas animales?


Recientemente, dos investigadores de la conducta, Jill Pruetz de la Universidad Estatal de Iowa y Paco Bertolani de la Universidad de Cambridge en Inglaterra reportaron en la revista Current Biology haber observado a un grupo de chimpancés haciendo lanzas de madera con procesos bastante complejos, para cazar a otros animales en Senegal. En 22 casos observados entre 2005 y 2006, los chimpancés se ayudaron de herramientas para cazar gálagos mientras éstos dormían en huecos de árboles.