Sifaka de Coquerel (Foto CC-BY-2.0 Frank Vassen, via Wikimedia Commons) |
Seres que sólo se encuentran en Madagascar. Habitantes de la noche con ojos gigantescos que brillan en la oscuridad. Ágiles cuerpos que parecen enormes gatos con colas erguidas y pulgares oponibles. Animales que avanzan a saltos sobre sus patas traseras mientras las delanteras muestran manos exquisitamente formadas. Todo un arcoiris de más de 50 especies bajo un solo nombre: lémures.
El nombre lémur, palabra latina para los “espectros de la noche”, lo asignó el fundador de la moderna nomenclatura taxonómica, Carl Linnaeus al loris esbelto rojo, pero pronto se aplicó a todos los primates de Madagascar, una alargada isla de Madagascar, la cuarta mayor del mundo, situada en el océano índico, frente a la costa este del sur de África. En ella encontramos una asombrosa variedad de formas de vida. Como ocurre con Australia, el aislamiento permite que se encuentre allí gran cantidad de especies que no existen en ningún otro lugar del mundo, entre ellos los lémures y algunas especies de baobab, el árbol inmortalizado en El principito.
Los lémures son primates strepsirrinos (los tarseros, monos y antropoides –lo que nos incluye– pertenecemos al orden de los haplorrinos), y forman dos superfamilias con una gran diversidad de especies. No se trata de los primates primigenios como algunos creen, pero nos permiten atisbar cómo fueron esos primates que comenzaron el camino evolutivo hacia los monos modernos.
Todo ese camino evolutivo hacia las especies humanas pasa por tres elementos que están presentes en los lémures. Primero está el bipedalismo, que se encuentra parcialmente en algunas especies de lémures como el sifaka o el indri, pero que no ha sido favorecido por el entorno de selva pluvial en el que viven estos animales. En segundo lugar está la conversión de la pata delantera en mano con pulgar oponible, rasgo de la mayoría de los lémures. Y en tercer lugar está el desarrollo de la capacidad craneal, permitiendo la existencia de un cerebro mayor.
Esto hace de los lémures un importante recurso en la reconstrucción de la evolución humana. Un recurso que sin embargo está en grave peligro por la destrucción de su hábitat. Para la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, organización conservacionista científica y democrática, casi la totalidad de los lémures de Madagascar están en la lista de especies en peligro de extinción inmediato o cercano.
Entre ellos está el aye-aye, el único representante sobreviviente de una gran familia de lémures, un animal nocturno misterioso, elusivo, y conocido como la versión mamífera del pájaro carpintero. Tiene un huesudo y alargado dedo medio que utiliza para golpear la corteza de los árboles y escuchar dónde hay huecos que puedan revelar la presencia de larvas. Una vez hallado el hueco, usa sus afilados incisivos para roer la madera, encontrar el hueco y extraer su alimento con el largo dedo.
El peligro de extinción del aye-aye no se debe sólo a la destrucción de su hábitat, sino también a las supersticiones locales que lo consideran animal de mal agüero y símbolo de la muerte, y se cree que si nos señala con su largo dedo buscador de larvas, nos concena a muerte. Por todo esto, es costumbre en gran parte de Madagascar matar a cualquier aye-aye que se descubra.
Otro lémur en riesgo de extinción es el indri, el mayor de todos los lémures con un peso de hasta 8 kg. Es un animal estrictamente diurno, que come plantas, flores y frutas, vive en grupos de hasta 5 individuos y es famoso por sus cantos colectivos. En este caso, las supersticiones locales protegen al indri como animal sagrado y bondadoso, pero la agricultura de roza y quema, necesaria en las escuálidas condiciones económicas de Madagascar es la responsable de la reducción de su hábitat.
El genus sifaka incluye al menos 8 especies distintas, y todas ellas también están en peligro. Estos herbívoros sociales que viven en grupos de hasta 13 individuos y que asombran por su bipedalismo cuando están en tierra, aunque su hábitat normal son los árboles. Los riesgos que sufre son igualmente variados, desde ser cazado como alimento hasta la agricultura que invade su hábitat, incendios forestales y la tala de árboles para hacer carbón.
Finalmente, está igualmente en peligro el más conocido de la familia, el lémur de cola anillada, popularizado por la película llamada, precisamente Madagascar, en la figura del rey Julien. Esta especie altamente agresiva y matriarcal, que vive en bandas de hasta 30 individuos, se reproduce con facilidad. Por ello, pese al riesgo de extinción por todas las causas ya señaladas, se le encuentra muy extendida en los zoos del mundo.
El enorme tamaño de Madagascar (mayor que toda Francia), su accidentada geografía, sus convulsiones políticas y su extrema pobreza han dificultado tradicionalmente la exploración de su biodiversidad, tanto que año tras año se informa del descubrimiento de nuevas especies de lémures.
Apenas en marzo de 2010 se anunció que había sido observada una variedad de lémur de Coquerel que, por el lugar donde se vio y por sus características físicas, podría ser una nueva especie, distinta de los dos lémures ratones gigantes ya conocidos.
Un mes después, en abril, se descubría una población viva de lémures enanos de Sibree, una especie descubierta en 1896 pero que no se estudió en su momento. La destrucción de la pluviselva que era su hábitat hizo creer que se había extinguido por completo, de modo que el descubrimiento de una colonia de unos mil individuos era, sin duda, una buena noticia.
En noviembre de 2005 una especie de lémur recibió un nombre singular, Avahi cleesei, en honor a John Cleese, popular ex miembro de la troupe de Monty Python. Pero la distinción no fue por la comedia de Cleese ni la imagen entre misteriosa y cómica que tienen los lémures a nuestros ojos, sino a la labor del actor británico en pro de la conservación a través de diversas acciones, entre otras un documental sobre los peligros que amenazan la singular población de lémures de Madagascar.
MadagascarHace 170 millones de años, Madagascar se separó de lo que hoy son el sur de África y de América manteniéndose unido a la India, hasta que hace unos 88 millones de años se desgajó de ésta. La India siguió su camino hasta chocar de nuevo con el continente euroasiático (accidente que provocó el plegamiento de la corteza terrestre que llamamos la cordillera del Himalaya, mientras que Madagascar comenzó su vida en un aislamiento que permitió que sobrevivieran y siguieran evolucionando incluso especies que se extinguieron en África y América, como los lémures. |