Artículos sobre ciencia y tecnología de Mauricio-José Schwarz publicados originalmente en El Correo y otros diarios del Grupo Vocento

Cuando fallan las buenas intenciones

Incluso en una actividad tan noble como la conservación medioambiental es posible ir demasiado lejos o caer en errores por no tener muy claros todos los elementos que influyen en el equilibrio de la vida.

En algunos lugares, los esfuerzos por la conservación han tenido, sin duda alguna, un gran éxito. En ciertas zonas de África, por ejemplo, la prohibición del comercio del marfil y la persecución de la caza furtiva han logrado evitar la desaparición del elefante y recuperar sus números, al grado de que hoy hay problemas de sobrepoblación de estos animales, que llegan a invadir los campos cultivados en los alrededores de las reservas naturales en busca de alimento, luego de agotar otros recursos como los árboles de los que se alimentan, lo que a su vez lleva a la desaparición de las especies que viven en las zonas boscosas conforme los elefantes las deforestan. Así, por ejemplo, en Sudáfrica, el sacrificio de elefantes se detuvo en 1994, y sólo 10 años después la población de elefantes se había duplicado en el Parque Kruger, obligando a los responsables a buscar soluciones al nuevo problema. Llevar a los elefantes a otras zonas es una opción cada vez más limitada por falta de espacio, y se trabaja en busca de métodos anticonceptivos eficaces y viables. Lo más asombroso, quizá, es que la reintroducción del sacrificio selectivo de elefantes, en la forma de la odiada cacería, se ha convertido en una forma de ayudar a la conservación en algunos países. Así, en Namibia se llevan a cabo unas pocas cacerías permitidas al año (12 en 2005) cobrando elevadas sumas que se utilizan para financiar los esfuerzos de conservación.

La lucha por la defensa de la biodiversidad, la conservación del medio ambiente y un adecuado equilibrio ecológico se ha encontrado con problemas surgidos, en parte, de la falta de comprensión de cómo un elemento afecta a todos los demás en el entramado de la vida, y cómo cualquier acción humana, incluso las que están motivadas por las mejores intenciones, tiene efectos profundos en el tejido ecológico. En otros casos, organizaciones como el Congreso por la Igualdad Racial de Uganda en voz de su coordinadora Fiona Kobusingye, luchan contra la prohibición de sustancias como el DDT, considerando que su uso es indispensable para salvar vidas, considerando los riesgos, los posibles daños y los probables beneficios de su reintroducción en el mercado con las salvaguardas adecuadas.

Los errores cometidos con buenas intenciones, como el que ha llevado a la sobrepoblación de elefantes, no son mejores que los cometidos desde la ignorancia, como la introducción de especies en ambientes nuevos, de la que hay amplios ejemplos con los intercambios producidos a raíz de los viajes entre continentes antes aislados, como Europa, América y Australia. Según algunos ecologistas, sin embargo, esos errores no suelen ser catastróficos debido a que el equilibrio ecológico es mucho más dinámico y flexible de lo que se creía, y que los ecosistemas no se colapsan, sino que simplemente cambian adaptándose. Algunos consideran, sin embargo, que la información al respecto no debe difundirse ante el riesgo de que sea utilizada por organizaciones y gobiernos para quitarle importancia a la necesidad de la conservación de hábitats y la atención al equilibrio ecológico.

Sin embargo, algunos hechos han despertado en muchos ecologistas la necesidad de reevaluar sus visiones. Un ejemplo es la Montaña Verde de Ascensión, una isla volcánica en el medio del océano Atlántico, que fue descrita por Darwin en 1836 como zona totalmente desprovista de árboles, y con sólo 20 especies de plantas. Siete años después, el gobierno británico se propuso darle vida a la isla plantando en ella árboles de Argentina, Sudáfrica y los Jardines Botánicos Reales de Kew. Esta mezcla descoordinada y sin bases biológicas de tan variadas especies no debería haber tenido éxito si los sistemas ecológicos complejos surgen, según la idea tradicional, gracias a la evolución de distintos organismos vegetales y animales que van llenando los nichos ecológicos disponibles. Pero a contracorriente de esa idea, a inicios del siglo XX las laderas de la montaña estaban cubiertas de una extraña mezcla de guayaba, plátanos, gengibre salvaje, eucalipto y bambú, entre otras especies, formando una selva tropical clásica.

Ecologistas como David Wilkinson, de la Universidad John Moores de Liverpool, habla de "ajuste ecológico", un proceso mediante el cual las especies no evolucionan para crear ecosistemas, sino que parten de lo que hay disponible para crearlos, de modo que se puede hacer surgir una selva tropical en un siglo, cuando se creía que un proceso así tomaría miles de años de coevolución de las especies implicadas.

A ojos de algunos, estos hechos son una advertencia sobre lo mucho que nos falta saber sobre el medio ambiente y la ecología, sobre todo para determinar si debemos intervenir en favor del medio ambiente para conservar el equilibrio tal como está hoy, o si bien debemos hacerlo en términos de un equilibrio dinámico y cambiante, aceptando que toda la naturaleza ha estado en permanente transformación, pero sin que ello sea justificación para atropellos ecológicos. La tarea está en el terreno de la biología, las matemáticas, y otras ciencias que están aún formando la disciplina de la ecología.

Según algunos, sobre todo, la ciencia detrás de todas las consideraciones ecológicas debe, ante todo, llevarse a cabo fuera del terreno político donde hoy suelen debatirse, con más pasión que información precisa, los más diversos temas relativos a la ecología, como el cambio climático o la conservación de algunas especies, temas que mueven nuestras pasiones pero para los cuales son mejores las respuestas científicas que las meramente emocionales.

El caso del DDT

El DDT, utilizado masivamente y sin controles desde el inicio de la Segunda Guerra Mundial hasta la década de 1960, fue objeto de una importante campaña de denuncia sobre su toxicidad y lo speligros de su uso indiscriminado en la agricultura. El libro de 1962 La primavera silenciosa de Rachel Carson se constituyó en una advertencia tan contundente que en poco tiempo se prohibió el uso del DDT en Estados Unidos y, para la década de 1980, en prácticamente todo el mundo. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que, por una parte, utilizado con las salvaguardas correspondientes, el DDT no es más dañino que otros pesticidas, y además que sigue siendo la mejor arma para controlar la población de mosquitos que son los vectores de la malaria. Por fin, en septiembre de 2006, la OMS anunció que el DDT sería utilizado como una de las tres principales armas contra esta enfermedad, responsable de entre uno y tres millones de muertes al año, principalmente en África.

La enfermedad de Parkinson: 190 años de interrogantes

Considerada en el pasado una afección propia de la edad, la enfermedad de Parkinson sigue teniendo orígenes fundamentalmente misteriosos, pero también es motivo de fundada esperanza.

En 1817, el médico, geólogo, paleontólgo y pensador político británico James Parkinson publicó su Ensayo sobre la parálisis agitante, donde reunía información histórica sobre diversos síntomas que, en su conjunto, identificaban a una enfermedad concreta, una entidad clínica que él llamó, precisamente, parálisis temblorosa o agitante y que hoy conocemos como Enfermedad de Parkinson, una de las afecciones neurológicas más conocidas del siglo XX. La descripción de Parkinson era: "Movilidad involuntaria temblorosa, con disminución de la fuerza muscular, en partes del cuerpo que están en reposo. Hay tendencia a inclinar el tronco adelante y a que el paseo se convierta de pronto en carrera. No se afectan los sentidos o la inteligencia". Más adelante, los médicos reconocerían la la rigidez y algunos trastornos cognoscitivos como parte del cuadro sintomático del Parkinson.

Habrían de pasar más de 100 años para que, en 1919, C. Tretiakoff descubriera que la enfermedad de Parkinson se debía a la pérdida de células cerebrales, en particular de la llamada "sustancia nigra", una pequeña zona de la parte alta del tronco cerebral, encargadas de la producción de la dopamina, uno de los principales neurotransmisores que interviene en el movimiento, la cognición, el comportamiento, la motivación y el mecanismo de recompensas, el cerebro, el humor, la atención, el aprendizaje y la producción de leche en las madres lactantes.

Pero ni Parkinson ni Tretiakoff, ni nadie ha podido descubrir la causa de esta pérdida de neuronas en la mayoría de los casos de esta enfermedad, que tiene casi tantas expresiones como pacientes, con un desarrollo sumamente individualizado. Se han identificado 13 mutaciones genéticas responsables de un pequeño porcentaje de casos de Parkinson, como el caso del pueblo de Contursi Terme, en Italia, que se dio a conocer en 1997 por la alta incidencia de Parkinson entre sus habitantes. Igualmente, la sensibilidad a ciertas toxinas medioambientales, como el manganeso o el hierro, algunos traumatismos craneoencefálicos y el uso de algunos medicamentos antipsicóticos pueden desencadenar la enfermedad. Pero estas causas no suman sino una pequeñísima minoría ante la enorme cantidad de casos en los que la causa es desconocida. Y aunque se trata en general de una enfermedad de gente mayor, presentándose en promedio a los 60 años, entre 5 y 10% de los pacientes la empiezan a sufrir hacia los 40 años y puede presentarse incluso antes.

Los temblores de los miembros en reposo son el síntoma más conocido de la enfermedad de Parkinson,alrededor del 30% de los pacientes de Parkinson casi no tienen temblores perceptibles. Otros síntomas comunes son la rigidez de algunos músculos debido a un tono muscular incrementado, la lentitud o falta de capacidad para realizar ciertos movimientos repetitivos o alternos, y el fallo de los reflejos de la postura, que afecta al equilibrio. Junto a estos síntomas, hay otros muchos que pueden o no presentarse, como el caminar con pasos cortos, la postura inclinada hacia el frente, contracciones de los músculos de pies y tobillos, disminución del volumen y riqueza tonal del habla, babeo, problemas para la deglución, fatiga y otros muchos, incluyendo problemas de humor, alteraciones del sueño, problemas con las sensaciones y otros desórdenes.

La enfermedad de Parkinson no puede detectarse mediante pruebas de sangre o de laboratorio, los llamados "biomarcadores", de modo que el diagnóstico depende de la capacidad del médico y su conocimiento del historial del paciente, y la utilización de una escala unificada de puntuación para detectar la afección. Y sin embargo, sí tiene un tratamiento biológico, aunque éste debe de ir acompañado de educación para el paciente y su familia, servicios de grupos de apoyo, ejercicio y administración nutricional. El tratamiento más común es la administración de la levodopa o L-dopa, un precursos químico que las neuronas pueden convertir en dopamina para paliar la escasez de esta sustancia en el sistema nervioso, aunque debido a las formas en que el cuerpo metaboliza la L-dopa, el tratamiento pierde efectividad al paso del tiempo, hasta llegar a ser contraproducente. Para mejorar los efectos y la duración del tratamiento con L-dopa, se utilizan otras sustancias que evitan que ésta se metabolice fuera del sistema nervioso, que prolongan sus efectos, que activan los receptores de dopamina o que ayudan a que el tratamiento sea efectivo durante más tiempo.

La multitud de efectos secundarios que producen todas las sustancias empleadas hasta hoy en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson ha motivado la búsqueda de otras opciones, como la cirugía, que se utiliza para implantar un marcapasos cerebral encargado de realizar una estimulación profunda del cerebro que puede reducir los temblores de la afección. Se ha intentado igualmente la implantación de células suprarrenales en el cerebro. Igualmente, se investiga en el terreno de la terapia genética, y en junio de este año un equipo del Hospital Presbiteriano de Nueva York y del Centro Médico de Cornell informó que había realizado la primera prueba clínica completa de fase 1 de una terapia genética para el tratamiento del Parkinson.

En esta terapia, se inyecta en el cerebro de los pacientes un virus inocuo que lleva un gen encargado de la producción del ácido glutámico decarboxilasa o GAD, que produce un neurotransmisor que "silencia" los disparos neuronales excesivos. Sin ocasionar ningún problema de seguridad o efectos secundarios indeseables, el procedimiento logró que los 12 sujetos del estudio (11 hombres y una mujer) mejoraran hasta un 30% en la escala unificada de puntuación de la enfermedad de Parkinson. Y, según los estudios en animales realizados previo a esta prueba, el gen se mantendrá activo durante años en el cerebro de los pacientes, mejorando su calidad de vida mientras se llega a la anhelada cura.

Una enfermedad despiadada

En 1997, la Organización Mundial de la Salud declaró el 11 de abril como Día Mundial del Parkinson, con objeto de aumentar la concienciación respecto de esta enfermedad que afecta aproximadamente a 1 de cada 1.000 personas en el mundo. Aunque no se trata de una enfermedad mortal directamente, su incesante avance una vez que se apodera de un paciente es extremadamente agotador para quien lo sufre y para quienes están a su alrededor, y que el apoyo psicológico y social por parte de otras personas que padecen la enfermedad y sus familias es importante para sobreponerse a la depresión y la ansiedad que conlleva un diagnóstico de Parkinson.

Richard Dawkins: el biólogo militante

Con su activismo en favor de la evolución y la ciencia, Richard Dawkins vive inmerso en el debate público, afirmando que el espacio de la ciencia no se limita a la academia.

La publicación de El gen egoísta en 1976 marcó la llegada al terreno del debate biológico de un joven biólogo de 35 años. La idea central del libro era una visión de la evolución centrada no en "la supervivencia de la especie", ni en "la supervivencia del más apto", sino en la supervivencia de los genes que compiten por trascender a la siguiente generación, planteando la metáfora de un "gen egoísta" como una unidad bioquímica que no "sabe" ni se interesa en la especie o los individuos, sino que únicamente actúa para perpetuarse como si actuara egoístamente. Nos decía que la vida evoluciona mediante la superviviencia diferencial de esos genes, unos lo consiguen, otros no. El obvio hecho de que se trataba de una metáfora para explicar ciertos procesos químicos y biológicos en busca de una mayor claridad, se perdió sin embargo en una serie de críticas poco informadas que veían en esta aproximación biológica un evolucionismo incluso más "frío" que el de Darwin. Al mismo tiempo, sus planteamientos encendieron un intenso debate en el mundo de la biología evolutiva que sacudieron la disciplina durante años.

El hombre que provocó todo esto nació en Nairobi, Kenia, el 26 de marzo de 1941, con dos padres, Clinton John Dawkins y Jean Mary Vyvyan tenían un claro interés por las ciencias naturales y animaron a su hijo en la búsqueda de respuestas científicas a sus preguntas. En 1949, la familia volvió a su Inglaterra original, donde el joven Dawkins siguió sus estudios elementales y pasó a estudiar zoología en Oxford, bajo la dirección de Niko Tinbergen, ganador del premio Nobel de medicina y fisiología en 1973 junto con Konrad Lorenz y Karl von Frisch, tres etólogos o estudiosos de las bases biológicas de la conducta que consiguieron finalmente introducir el estudio de la conducta en el terreno estricto de las ciencias naturales. Dawkins pasó a obtener una maestría y dos doctorados y a ocupar un puesto como profesor asistente de zoología en la Universidad de California en Berkeley, que ocupaba al publicar El gen egoísta.

La visión centrada en los genes de Dawkins se enfrentó a la visión del biólogo y paleontólogo Stephen Jay Gould, quien se oponía a ciertas visiones que consideraba reduccionistas, al gradualismo y a la sociobiología y la psicología evolutiva, que consideran que la evolución y la biología son componentes esenciales del comportamiento. El debate entre los seguidores de Dawkins y Gould fue llamado, más bien en broma, "Las guerras de Darwin" y ayudó enormemente al avance y desarrollo del conocimiento y comprensión de la evolución. Pero ello no significó un enfrentamiento personal o visceral entre los participantes. Por el contrario, los contendientes han mantenido siempre la cordialidad y el respeto, a sabiendas, como siempre ocurre en los debates dentro del mundo de la ciencia, que serán los hechos, no la pasión en el debate, los que determinen quién se acercaba más a una interpretación correcta.

A la publicación de El gen egoísta siguió una larga lista de libros de Dawkins, a caballo entre la ciencia pura y la divulgación científica para el público en general, entre los que vale la pena destacar El fenotipo extendido, El relojero ciego y su más reciente obra, El espejismo de dios, recientemente publicada en español, que ha devuelto al biólogo al centro del debate, en este caso entre el religionismo y el ateísmo más militante.

Habiendo vuelto a Oxford en 1990, Dawkins obtuvo la cátedra Simony para la Comprensión Pública de la Ciencia en 1995, un puesto creado exprofeso para que Dawkins fuera su primer ocupante. Ha sido editor de diversas revistas científicas o journals, presidente de la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia, asociado del Comité para la Investigación Científica de las Afirmaciones sobre lo Paranormal (CSICOP, por sus siglas en inglés) y del Center for Inquiry.

Preocupado por la difusión de las pseudociencias, las medicinas "alternativas", el creacionismo, el pensamiento irracional y los integrismos religiosos, en los últimos años Dawkins ha asumido una militancia similar a la que en el pasado mantuvo el filósofo y matemático Bertrand Russell. Como ateo que, asegura, no se avergüenza de serlo, afirma que la educación y la creación de conciencia son las herramientas principales en la oposición a los dogmas. Su militancia ha sido en parte motivada por los ataques del 11 de septiembre de 2001, que a sus ojos demostraron que la fe puede ser peligrosa "porque le da a la gente una confianza inquebrantable sobre su propia rectitud" y porque "hemos aceptado un extraño respeto que protege singularmente a la religión de la crítica normal". Por ello, en 2006 presentó el documental crítico ¿La raíz de todo mal? y creó la Fundación Richard Dawkins para la Razón y la Ciencia. Dawkins ha creado nuevos debates al afirmar que, así como no hablamos de niños "marxistas" o de niños "conservadores", es inaceptable hablar de niños "protestantes", "musulmanes" o "budistas".

Pocos biólogos han logrado la preeminencia de Dawkins, y concitar apoyos y odios generalmente reservados más a personajes de la música o el mundo de la frivolidad. Pero la pasión con la que el biólogo británico enfrenta cuanto le interesa, desde los mecanismos de la evolución hasta la lucha por el pensamiento crítico, lo ha convertido en un personaje público que, cuando menos, nos obliga a pensar y tomar posiciones. En sus propias palabras: "... no se debe creer que mi objetivo principal es atacar la religión. Ciertamente observo que la visión científica del mundo es incompatible con la religión, pero eso no es lo interesante que tiene. También es incompatible con la magia, pero tampoco vale la pena destacar eso. Lo que es interesante de la visión científica es que es verdadera, inspiradora, notable y que une una gran cantidad de fenómenos bajo un solo encabezado. Y eso es lo que me resulta tan emocionante."

Los memes

En su libro El gen egoísta, Dawkins propuso que las ideas pueden seguir un patrón similar al de la vida en su propagación y evolución. Llamó "meme" a la unidad menor de información cultural. Los ejemplos que daba Dawkins incluían ciertas tonadas, frases, creencias, modas, tecnologías artesanales y leyendas urbanas que se propagan transmitiéndose de una persona a otra, o de padres a hijos. Esto generó toda una disciplina, aún en desarrollo, llamada "memética" (a semejanza de la genética). No habiendo participado directamente en el desarrollo de la memética, Dawkins sin embargo ha planteado que puede ser una útil herramienta para analizar y explicar fenómenos como las creencias religiosas.

Mujeres en el espacio

Casi medio centenar de mujeres han ido al espacio, y muchas otras han estado en la planificación y control de los vuelos, tema en el cual, sin embargo, Europa va a la zaga.


Sello postal de la Unión Soviética
celebrando el vuelo de Valentina
Tereshkova (via Wikimedia Commons)
Cuando el 19 de junio se anunció que la astronauta estadounidense Suni Williams había establecido varios récords en el espacio, volvió a los titulares el tema de la mujer como astronauta, como parte de la exploración espacial y su participación en el futuro de la Estación Espacial Internacional. Los récords femeninos que ha reunido Suni Williams, estadounidense con raíces en la India y en Eslovenia, incluyen el viaje espacial más prolongado (195 días), el mayor número de paseos espaciales (cuatro) y el mayor tiempo total de actividad extravehicular (29 horas y 17 minutos).

Valentina Tereshkova, ingeniera y paracaidista soviética, fue la primera mujer astronauta de la historia, en la misión de la Vostok 6 iniciada el 16 de junio de 1963, y que duró tres días. Era, además, la primera persona sin rango militar en llegar al espacio. Su selección fue, sin embargo, motivada en gran medida por intereses propagandísticos propios del régimen soviético. Sin embargo, lograda la misión de afirmar que la mujer soviética estaba a la altura del hombre, ni soviéticos ni estadounidenses se ocuparon del tema en largo tiempo. De hecho, pasaron 19 años antes de que otra astronauta soviética viajara al espacio. Se trató de la ingeniera, paracaidista, aviadora y experta aerobática Svetlana Savitskaya, incluida en el programa soviético, se dice, como respuesta a la "amenaza" de que los Estados Unidos utilizarían mujeres en los vuelos del trasbordador espacial por entonces en preparación, habiendo seleccionado en 1978 a seis como candidatas a ser astronautas. Como fuera, Savistkaya no viajaba únicamente por efectos propagandísticos. Después de su primera misión que la llevó a la estación espacial Salyut 7 en 1982, viajaría de nuevo al espacio en 1984 convirtiéndose en la primera mujer que realizó un paseo espacial o, en términos técnicos, una actividad extravehicular (AEV) el 25 de julio.

De las seis candidatas seleccionadas por la NASA en 1978, tres irían finalmente al espacio. La primera astronauta estadounidense, que siguió a Savitskaya y se convirtió en la tercera mujer en el espacio fue Sally Ride, de profesión física, que viajó en el trasbordador espacial Challenger como especialista de misión, tarea que volvería a realizar el 11 de octubre de 1984 en el sexto vuelo de dicho trasbordador. Le seguiría la ingeniera Judith Resnick, quien realizó una misión en el trasbordador Discovery en agosto de 1984, y que fallecería en el lanzamiento del Challenger el 28 de enero de 1986. La tercera del grupo en ser enviada en una misión efectiva fue Kathryn Sullivan, de profesión oceanógrafa y primera astronauta estadounidense en realizar una actividad extravehicular el 11 de octubre de 1984, como respuesta al paseo espacial de Savitskaya, y que realizó tres misiones espaciales sumando 532 horas en el espacio.

El valor propagandístico de las mujeres astronautas, claramente percibido por ambos participantes en la que se llamó la "carrera espacial" iniciada con el lanzamiento del Sputnik I en 1957 y finalizada en cierto modo con la llegada a la Luna en julio de 1969, dejó lejos de la percepción pública el trabajo de otras mujeres en el intento del ser humano por liberarse de la prisión de la gravedad y viajar fuera de nuestro planeta de origen. Un ejemplo de esto lo da, claramente, Claudie Haigneré, médica francesa poseedora de múltiples títulos (reumatología, medicina deportiva, medicina aeroespacial, biomecánica y fisiología del movimiento, y neurociencias). Claudie Haigneré coordinó los experimentos de ciencias de la vida y biomédicos en las misiones franco-rusas "Antares" y "Altair", en 1992, además de ser responsable de los experimentos franceses en la misión Euromir de la Agencia Espacial Europea (ESA) en 1994.

Sin embargo, su nombre no se hizo conocido entre el público en general sino hasta 1996, cuando se convirtió en la primera astronauta europea al participar en la misión franco-rusa "Casiopea", en 1996, pasando 16 días en la legendaria estación espacial rusa Mir. En 2001 fue además la primera mujer europea en ocupar la Estación Espacial Internacional, participando como ingeniera de vuelo en la misión "Andrómeda" y permaneciendo ocho días en las instalaciones, realizando experimentos biomédicos.

Según muchos expertos, si los viajes espaciales tienen algún sentido, es el de expandir la presencia firme de la especie humana fuera de nuestro planeta de origen, y ello requiere, claramente, de hombres y de mujeres. Y más allá de la importancia que tiene la afirmación de la igualdad social, económica y jurídica de la mujer y el hombre, está el hecho de que el organismo, el metabolismo, la constitución genética misma de la mujer y del hombre son distintos, y que urge reunir más información sobre los efectos de la estancia en el espacio en el organismo femenino y cómo enfrenta éste los desafíos de la falta de gravedad, el aislamiento y otros aspectos clave de los viajes espaciales.

Quizá el resultado de estos estudios indique, sin embargo, que lo más razonable es que los hombres queden en casa y sean las mujeres las que se ocupen de la exploración espacial. Así lo afirmaba, por ejemplo, el doctor William Rowe, de la Escuela Médica de Ohio, en los Estados Unidos, en un estudio de 2004 donde evaluaba los organismos humanos y afirmaba que en el caso de un viaje a Marte la mejor apuesta sería realizarlo con una tripulación de mujeres, de preferencia menores de 30 años, porque sus cuerpos tienden menos a tener problemas cardiacos gracias a la presencia de la hormona femenina (el estrógeno) y sus menores niveles de epinefrina. Rowe indicaba, por ejemplo, que algunas afecciones exhibidas en la Luna por los tripulantes del Apolo 15 se debían a problemas vasculares que no tendrían las mujeres. Según su resumen: "los hombres tienen los genes incorrectos para el espacio".

Lo cual no deja de ser, todavía, una idea que puede molestar a algunos...

Efemérides de la mujer en el espacio


  • Primera astronauta: Valentina Tereshkova, junio de 1963
  • Primer paseo espacial: Svetlana Savitskaya, julio de 1984
  • Primer súbdito británico (y primera mujer europea) en el espacio: Helen Sharman, mayo de 1991
  • Primera mujer negra en el espacio: Mae Jemison, septiembre de 1992
  • Primera mujer hispánica en el espacio: Ellen Ochoa, abril de 1993
  • Primera mujer japonesa en el espacio: Chiaki Mukai, julio de 1994
  • Primera piloto de un transbordador: Eileen Collins, febrero de 1995
  • Primera tripulante en la Estación Espacial Internacional: Susan Helms, mayo de 1999
  • Primera comandante de un transbordador: Eileen Collins, julio de 1999
  • Primera española en el espacio: ?

En busca de las memorias perdidas

Menos confiable de lo que quisiéramos, nuestra memoria es de todas formas esencial para nuestra supervivencia, y uno de los más atractivos misterios de las neurociencias.

El hipocampo, zona del cerebro que media entre nuestras
memorias a corto y largo plazo.
(Imagen Gray's Anatomy modificada vía Wikimedia Commons)
Hasta hace relativamente poco tiempo, la identificación de un delincuente por parte de su víctima se consideraba una prueba irrefutble. La gente sabe lo que ha visto y puede confiar en su memoria, nos decíamos.

Pero hoy sabemos que eso no es así. Una serie de estudios, en parte motivados por la aparición de una preocupante serie de informes sobre recuerdos de abusos infantiles en Estados Unidos en la década de 1980, demostraron que nuestros recuerdos no son precisos, que existen cosas memorias falsas, y que los recuerdos pueden ser implantados en personas susceptibles por gente como sus terapeutas (que fue el origen precisamente de la epidemia de falsas memorias de abusos), además de que las memorias, especialmente las adquiridas en situaciones de gran tensión, como al ser víctimas de un delito, cambian, se adaptan a informaciones obtenidas posteriormente y, en última instancia, no son tan contundentes como desearíamos creer.

La memoria es la capacidad de nuestro organismo de almacenar, conservar y hacer volver información. Independientemente de que dicha información pueda ser alterada o se pueda viciar de varias formas, el hecho es que seguimos sin saber cómo es que nuestro cerebro codifica la información, la almacena y la recupera. ¿Es una tarea que hacen células especializadas? ¿Se realiza alterando u ordenando alguna molécula? ¿Depende de la disposición anatómica de las estructuras neurales? ¿Se conserva medainte potenciales eléctricos? La respuesta a todas estas preguntas es, sin embargo, que aún no lo sabemos.

Entretanto, las memorias se clasifican en tres tipos distintos. La memoria sensorial es la que tenemos durante las primeras fracciones de segundo que transcurren desde que recibimos una pieza de información, ya sea visual, auditiva, táctil, etc. y tiene una duración muy reducida. Por su parte, la memoria a corto plazo es la que mantenemos durante algunos segundos o unos pocos minutos, y echamos mano de ella continuamente durante nuestras actividades cotidianas. Así, por ejemplo, podemos recordar durante unos minutos las indicaciones que se nos dan para llegar a una dirección determinada, pero no las conservamos más allá. La memoria a corto plazo parece estar sustentada en patrones de comunicación entre neuronas en ciertas zonas específicas de nuestro cerebro, el lóbulo frontal (que está directamente detrás de nuestra frente) y los parietales (situados arriba de los oídos).

Pero la que realmente es la clave de nuestra supervivencia es la llamada memoria a largo plazo, es la que nos permite recordar cómo nos llamamos, cuánto es 6x4, qué día nació nuestra pareja, cómo andar en bicicleta y quiénes fueron los primeros hombres que ascendieron al Everest. La cantidad de información que podemos almacenar es, verdaderamente, asombrosa, y hay muchos datos que, salvo que seamos víctimas de alguna enfermedad que afecte la memoria como el Alzheimer, guardamos todas nuestras vidas con una enorme precisión y fiabilidad, la precisión y fiabilidad que nos hacía suponer que todas nuestras memorias eran de calidad semejante.

La memoria a largo plazo parece ser una función de cambios permanentes en conexiones que se dan a nivel de todo el cerebro. Así, por ejemplo, es curioso observar que personas que han sufrido graves accidentes con pérdida de memoria por algún accidente no suelen perder sus recuerdos más esenciales, como si éstos estuvieran almacenados de modo redundante por todo el cerebro, protegiéndolos así dada su importancia para el individuo.

Curiosamente, el estudio de personas con desarreglos importantes como los savants autistas nos han permitido avanzar en el conocimiento de la memoria. Así, por ejemplo, los savants parecen emplear como parte de su memoria zonas que las personas comunes utilizan para actividades de tipo emocional, o al menos eso nos parecen indicar los estudios de resonancia magnética. Así, al parecer, las carencias emocionales de los savants autistas dejarían "libres" ciertas zonas del cerebro que pueden utilizar luego para hazañas de memoria como las de Kim Peek, quien inspiró la película Rain Man.

Se han propuesto diversos modelos que pueden someterse a estudio como posibles explicaciones de cómo funciona la memoria. Cada vez sabemos más, por ejemplo, de las zonas del cerebro que entran en acción cuando aprendemos algo o cuando lo recordamos, y los neurocientíficos parecen estar ciertos de que en la formación de memorias, al menos en las de los acontecimientos que hemos experimentado, y en su conversión en recuerdos a largo plazo, juega un papel esencial la zona llamada hipocampo, situada en lo más profundo de nuestro cerebro. Sin embargo, una vez consolidada una memoria, el hipocampo deja de jugar un papel en ella.

Una forma de saber esto es el estudio de personas que han sufrido daños al hipocampo a resultas de un accidente, y que, por una parte, experimentan en consecuencia dificultades para formar nuevas memorias, además de que tampoco acceden fácilmente a las memorias previas al daño sufrido, a veces las de años, pero en muchos casos, de nuevo, las memorias más antiguas permanecen. Igualmente, estos estudios demuestran que los daños al hipocampo no afectan el aprendizaje de nuevas habilidades, como el tocar un instrumento, lo que habla de al menos dos tipos de memoria claramente diferenciados, en uno de los cuales esa zona no juega ningún papel.

La explicación que hoy parece más plausible es que las memorias se forman y se mantienen mediante la creación de nuevas conexiones o sinapsis entre neuronas de nuestro cerebro. Pero la forma en que tales sinapsis codifican impulsos nerviosos para que los podamos reconstruir como el recuerdo de una tarde de verano junto a la persona amada sigue siendo un misterio que merece ser investigado, con la certeza de que el conocimiento fisiológico no puede, en modo alguno, acabar con la poesía del recuerdo

El invento de las memorias

Quienes dicen "hipnotizar" a otros para hacerles recordar episodios de su vida, de su infancia o incluso de supuestas "vidas pasadas", no hacen sino crear memorias basadas en la fantasía del hipnotizador y de su paciente, y en la la mala interpretación de ciertos datos. Fenómenos como las alucinaciones hipnopómpicas (que ocurren al despertarse) o hipnogógicas (que ocurren cuando nos estamos quedando dormidos) y que ocurren en una situación de gran confusión para el paciente, pueden también dar pie a interpretaciones descabelladas, incluidas las de secuestros por parte de supuestos extraterrestres, que se convierten en falsas, pero muy sinceras, memorias de las víctimas de los hipnotizadores.