Tabla de temperaturas anormales de la superficie del océano durante El Niño de 1997. (Imagen D.P. National Centers for Environmental Prediction vía Wikimedia Commons.) |
En 1891, la Sociedad Geográfica de Lima, Perú, publicaba un artículo de Luis Carranza señalando que se había observado esa contracorriente del Pacífico entre los puertos de Paita y Pacasmayo y especulando que el fenómeno seguramente tenía influencia en el clima de esa parte del mundo.
No fue sino hasta la década de 1960 cuando los meteorólogos tuvieron las observaciones necesarias para determinar que el fenómeno era mucho más extendido y complejo, y de alcances muchísimo mayores en la climatología del planeta.
El fenómeno es una gigantesca oscilación en la temperatura de la superficie del Pacífico en la zona del trópico, que puede variar hasta en 4 ºC, provocando cambios importantes en los patrones de vientos y lluvia del occidente de América del Sur. Este cambio ha sido mucho mejor entendido desde que en 1969
Actualmente, se conoce como “El Niño” a la fase cálida de la oscilación, aproximadamente, mientras que la fase fría ha sido llamada, por contraparte, “La Niña”. El nombre completo del evento en la actualidad es El Niño/Oscilación del Sur , o ENOS, y suele tener una duración de entre 8 y 12 meses y ocurre en períodos de entre tres y cinco años. Estas son observaciones generales, pues en ocasiones el evento puede durar años, provocando efectos mucho más agudos.
El primer y más notable efecto que tiene el aumento de la temperatura en la fase de El Niño es que la presión atmosférica disminuye en la zona oriental del Pacífico Central Ecuatorial y aumenta en la occidental, provocando una importante disminución en los vientos del Este.
El Niño afecta al Norte de América en el invierno siguiente a su aparición, provocando temperaturas más cálidas que la media en Canadá occidental y central, y por todo el oeste y el norte de los Estados Unidos. Además, ocasiona que aumenten las lluvias en la costa del Golfo de México y disminuyan en el noroeste y la zona costera de Norteamérica. La Niña provoca efectos esencialmente opuestos en el clima mundial.
Igualmente son opuestos los efectos de la fase cálida y la fría del ENOS. Durante El Niño, hay más huracanes en el Pacífico que afectan a América del Norte, principalmente Estados Unidos y México, y menos huracanes en la zona del Caribe, en la costa opuesta del continente, en el Atlántico. Al mismo tiempo, la costa del norte de Suramérica, en países como Colombia, Bolivia, Perú y Ecuador es más húmeda y propensa a inundaciones, lo que ha exigido que estos países incluso organicen el tipo de cultivos que se pueden plantar en distintas zonas para evitar la pérdida de cosechas fundamentales para la alimentación, máxime tratándose de países con elevados índices de pobreza.
En su desarrollo, el ENOS tiene efectos en el clima a nivel mundial. Durante El Niño, puede aumentar o disminuir la cantidad de lluvias igual en la India que en el África oriental o los países del norte de Europa, o seauías en Indonesia, China y Australia. Los cambios provocados por el ciclo también dependen de la estación del año, y de otros ciclos climatológicos poco conocidos fuera del mundo de la meteorología.
Las condiciones meteorológicas, por supuesto, influyen en las formas de vida del planeta. Y una de las observaciones más sugerentes es que cuando ocurre un evento ENOS cambia la incidencia de enfermedades epidémicas, lo que podría indicar que los microorganismos que las provocan y, probablemente, las personas que las padecen, podrían ser sensibles a los cambios de su entorno de una forma aún no explicada.
Así, por ejemplo, Jeffrey Shaman, científico de la Universidad de Columbia, explica cómo las separaciones y reuniones de poblaciones de aves migratorias causadas por los cambios del clima debido al ENOS favorecen la aparición de nuevas cepas de virus de la gripe o influenza, del que las aves suelen ser un vector. Si una población se divide en dos y el virus evoluciona independientemente en ambas, al reunirse aumentan la posibilidad de que los dos grupos de virus intercambien ADN, formando nuevas variedades que pueden producir pandemias impredecibles.
Aunque aún no se ha establecido una relación causa-efecto, Shaman señala como un indicio el que hubiera condiciones de La Niña (fase fría) en el mundo inmediatamente antes de la mortal epidemia de gripe de 1918, y que lo mismo pasara previo a las otras pandemias de gripe notables de los últimos 100 años, en 1957, 1968 y 2009.
De comprobarse esta hipótesis, podría predecirse la aparición de algunas pandemias, no sólo de gripe, sino de malaria, cólera, dengue y fiebre del Rift, entre otras y en lugares tan apartados como África y Australia, observando el momento en el que un evento ENSO llega a la fase de La Niña.
Lo realmente difícil es predecir cuándo se presentará un evento ENSO y qué duración y fuerza tendrá. Para poderlo hacer, es necesario que los expertos en meteorología y climatología descubran las causas que lo desencandenan. Desde el año 2000, se ha presentado en 2002–2003, 2004–2005, 2006–2007 y 2009–2010. Ninguno de ellos ha tenido la intensidad que tuvo el evento de 1997–1998, considerado el acontecimiento climatológico más importante del siglo XX, y cuya intensidad fue tal que, por ejemplo, provocó el invierno más cálido en la parte continental de los Estados Unidos desde que empezaron a llevarse registros meteorológicos.
Lo más desconcertante puede ser que, mientras trabajan para desentrañar las causas de este fenómeno, cuyo desarrollo se ha llegado a entender con enorme claridad durante los últimos 50 años, los científicos del clima están conscientes de que podría no haber una causa precisa, sino que el colosal evento ENSO sea, simplemente, un fenómeno aleatorio del complejo equilibrio de nuestro planeta.
Calentamiento globalAunque los datos son escasos para tener una certeza suficiente, algunos científicos señalan que los eventos ENSO se están presentando con mayor frecuencia como respuesta al calentamiento global ocasionado por el efecto invernadero. Algunos científicos han propuesto un modelo según el cual las instancias extremas de El Niño podrían duplicarse, con los consecuentes problemas socioeconómicos y de salud a nivel mundial. |