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Un improbable pionero de la aviación fue un rico heredero cafetalero brasileño que combinó de modo singular el ingenio mecánico, la generosidad y el idealismo.
Eran las 4 de la tarde en el campo aéreo de Bagatelle, París, el 23 de octubre de 1906. Un nutrido grupo de testigos vio algo que nadie nunca había visto: el despegue, vuelo y aterrizaje de una máquina más pesada que el aire, un avión, llamado simplemente el 14-bis por su diseñador, constructor y piloto, el joven brasileño Alberto Santos Dumont. Con su vuelo de 60 metros, ganaba el premio Archdeacon, instituido en julio de ese mismo año para el primer aviador que volara más de 25 metros.
Alberto Santos-Dumont era un extraño candidato al papel de “padre de la aviación”, como se le llama en Brasil. Nacido en 1873 en la plantación de café de su familia, era el sexto de ocho hijos de Francisca dos Santos y Henri Dumont, exitoso emigrante francés que llegó a ser el “rey del café” en Brasil, en parte gracias a su utilización extensiva de la tecnología de su época, máquinas que fascinaron a Alberto en su niñez.
En 1891 toda la familia emigró a Francia, y el joven pudo estudiar química, física, astronomía y mecánica. Pronto se encontró inventando motores y corriendo triciclos motorizados para luego ocuparse del gran desafío de la aeronáutica, que en aquél entonces constaba de ascensos en globos de aire caliente que, como los actuales, eran llevados a capricho por los vientos, sin que el ocupante pudiera dirigirlos en modo alguno. Alberto aprendió a construirlos y tripularlos.
Su primer ascenso en un globo creado por él fue el 4 de julio de 1898. Poco después, con su segundo globo, el “América”, ganó un premio para estudiar las corrientes atmosféricas. Muy pronto, sin embargo, se ocupó entonces del problema de dirigir al globo, y su tercer dirigible, el “Santos Dumont nº. 3”, consiguió el 13 de noviembre de 1890 sobrevolar París, dar algunas vueltas alrededor de la Torre Eiffel y dirigirse al campo aéreo de Bagatelle, donde logró aterrizar sin problemas.
El 19 de octubre de 1901, en su dirigible nº. 6, Santos Dumont ganó el premio Deutsch del Aero Club de París, que incluía 100.000 francos en efectivo. El hijo de una acaudalada familia francobrasileña, un heredero de alcurnia, procedió a repartir todo el premio entre los trabajadores de su fábrica-taller y entre los pordioseros de París. Esta munificencia sería una característica constante de su esfuerzo.
Santos Dumont abordó entonces el problema más desafiante del momento, el vuelo con una máquina autopropulsada más pesada que el aire. Era evidente que objetos más pesados que el aire podían volar, como lo demostraban todas las aves, el asunto era cómo resolver las muchas dificultades simultáneas del vuelo: crear un aparato lo bastante ligero y resistente que se pudiera propulsar, que lograra el empuje suficiente para sustentarlo en el aire, que se pudiera mantener en equilibrio dinámico durante el vuelo y que pudiera ser dirigido por su piloto. Y eran muchos los mecánicos, ingenieros, inventores y simples soñadores que trabajaban en el problema en todo el mundo.
Para el público parisino que vio al 14-bis volar el 23 de octubre de 1906, se trataba con certeza del primer avión exitoso del mundo, una máquina de unos 170 kilogramos capaz de volar. La controversia vendría después, cuando los hermanos Wilbur y Orville Wright informaron en 1908 que habían realizado un primer vuelo secreto en 1903, seguido de exhibiciones ante un reducido público en Kittyhawk, pruebas como las realizadas por Santos Dumont en septiembre de 1906. El debate continúa hasta hoy, aunque realmente no es importante saber quién fue el primero, ya que tanto los Wright como Santos Dumont resolvieron de modo independiente el problema del vuelo con aparatos más pesados que el aire, y resultan igualmente pioneros.
El 14-bis haría algunos vuelos más, pero su diseño de biplano con la cola al frente y las alas detrás, llamado “canard” o pato, carecía de futuro, y Santos Dumont se replanteó la forma y aerodinámica de su invento, creando el 15-bis experimental que nunca voló. Procedió entonces a diseñar un avión monoplano, y el resultado final fue el Demoiselle, palabra francesa que significa tanto libélula como damisela. Se trataba de un aeroplano veloz y pequeño que se considera el primer avión ligero práctico. Su éxito se multiplicó cuando Santos Dumont, en actitud característica, obsequió los planos al dominio público para que se reprodujeran sin restricciones, estimulando a los jóvenes aviadores en todo el mundo. El avión podía construirse totalmente en sólo 125 días.
En total, entre 1908 y 1910, Alberto Santos Dumont diseñó 4 modelos del Demoiselle, numerados 19, 20, 21 y 22. Sin embargo, el aviador de cuerpo poco atlético, con su estatura de un metro cincuenta y un peso de apenas 45 kilogramos, fue diagnosticado con esclerosis múltiple poco después de su último vuelo, el 4 de enero de 1910, y se retiró de la aviación, dejando París en 1911 y volviendo a Brasil en 1916, a la ciudad de Petrópolis. Allí construyó una casa “La encantada”, con numerosos dispositivos y adminículos diseñados por él mismo, además de que seguiría produciendo pequeños inventos, como un motor para ayudar a los esquiadores a ascender.
Sin embargo, el hombre que repartía sus premios y regalaba planos que tenían un gran valor como propiedad intelectual se vio sumido en la depresión por su enfermedad y por el hecho de que “su invento”, el avión que esperaba que anunciara una nueva era de tecnología y prosperidad para la humanidad, se había convertido en un arma y se había utilizado para ocasionar muerte y destrucción en la guerra. En 1926 apeló a la Sociedad de las Naciones para que se impidiera el uso de los aviones como armas de guerra, con poco éxito. Se convirtió en un hombre sin residencia fija, viajando por Europa y volviendo con frecuencia a Brasil.
En su último viaje a su país natal, en Guarujá, el 23 de junio de 1932 Alberto Santos Dumont vio a los aviones de guerra que volaban para atacar Sao Paulo durante la revolución constitucionalista contra el gobierno de Getulio Vargas. Sin decir nada, esa misma tarde puso fin a su vida ahorcándose.
La huella de Santos DumontLa ciudad y municipio de Palmira, en el estado brasileño de Minas Gerais donde nació el aviador fue rebautizado como Santos Dumont el 1º de julio de 1932, y hoy alberga un museo en honor del pionero. “Santos Dumont” es también el nombre de un cráter lunar, del aeropuerto de vuelos nacionales de Rio de Janeiro, de una universidad y un grupo de escuelas, de un premio de periodismo aeronáutico y el avión presidencial oficial brasileño, además de numerosas calles, plazas, escuelas y monumentos que perpetúan el recuerdo del pequeño brasileño que voló. |