Sin precedente, la televisión mundial de la década de 1980 erigió como famoso a un doctor en astronomía y astrofísica, de algo más de 45 años de edad, que no solía usar corbata: el doctor Carl Sagan.
Llegó a 600 millones de espectadores en todo el mundo gracias a una serie de sólo 13 capítulos de una hora cada uno, producida con un presupuesto relativamente limitado para la cadena de televisión pública PBS. Cosmos, serie producida entre 1978 y 1979, destacó por sus efectos especiales, por la música original del griego Vangelis y, sobre todo, por la personalidad agradable y entusiasta de su presentador. Cosmos se emitió por primera vez en 1980 y se retransmitió sin cesar durante las dos décadas siguientes, convirtiendo en una figura familiar a Carl Sagan con su sentido del asombro ante el universo y la posibilidad del hombre de conocerlo mediante la ciencia.
Lo que siguió fue un éxito poco común para un astrofísico, profesión más dada al aislamiento de los laboratorios, los encerados y las cavilaciones que al glamour de los medios. Al obtener prestigiosos premios como el Emmy y el Peabody, dedicados a las mejores producciones de la radio la televisión, Cosmos marcó una época en los medios, un camino para la divulgación científica moderna y enfocó la atención sobre una serie de temas que siguen siendo considerados esenciales pese al paso de casi 30 años.
Un astrónomo vocacional
Desde que a los cinco años se preguntó qué eran las luces en el cielo, si eran pequeñas bombillas eléctricas con largos cables negros o algo distinto, Carl Sagan se empeñó en conocer el universo. Hijo de un obrero y un ama de casa, judíos de origen ruso, nació en Brooklyn, Nueva York en 1934 y desde muy pequeño, con su amigo Robert Gritz, se interesó por las estrellas. Aprendió a poner dos lentes, una frente a la otra, para ver los cráteres de la Luna (como lo había hecho Galileo) y la mancha roja de Marte, y conoció el mundo de la Biblioteca Pública de Nueva York y del Museo de Historia Natural de esa ciudad.
Era natural que al pasar del bachillerato a la universidad siguiera con su interés. En la Universidad de Chicago, donde participó en la Sociedada Astronómica Ryerson, obtuvo tres grados sucesivos de licenciatura y maestría en física entre 1954 y 1956 hasta obtener, en 1960, su doctorado en astronomía y astrofísica. Pasó como profesor a la universidad de Cornell, en el estado de Nueva York, donde obtuvo la cátedra en 1971 y realizó numerosas investigaciones.
Mucho antes de ser una personalidad mediática, Carl Sagan realizó una serie de aportaciones científicas que le dieron un lugar en el mundo de la astrofísica. Desde la década de 1950 trabajó como asesor y consultor de la NASA, y jugó un papel relevante en el programa espacial estadounidense. Fue uno de los formadores de los astronautas de las misiones Apolo antes de sus viajes a la Luna y participó como diseñador de experimentos en las expediciones robóticas Mariner, Viking, Voyager y Galileo. A principios de la década de 1960, ayudó a resolver el acertijo que presentaban las altas temperaturas de Venus al proponer al efecto invernadero como responsable de ellas, y a explicar los cambios estacionales en Marte (que algunos habían interpretado como crecimiento y disminución de zonas con vegetación) demostrando que se debían al polvo movido por el viento.
Una de sus grandes pasiones fue la búsqueda de vida e inteligencia extraterrestre, pero empleando los métodos de la ciencia y no las creencias y relatos poco confiables de personas interesadas en aparecer en los medios. Además de demostrar experimentalmente la producción de aminoácidos a partir de sustancias simples bombardeadas por radiaciones, estableció la organización conocida como SETI, siglas en inglés de Búsqueda de Inteligencia Extra Terrestre.
Sagan calculó que mucho antes de que nos pudieran visitar los extraterrestres podríamos percibir sus emisiones de radio, considerando que la radio es un desarrollo fundamental en la ciencia. De hecho, las emisiones de la Tierra sólo han salido de nuestra atmósfera desde 1936, de modo que sólo nos podrían detectar seres que vivieran a un máximo de 73 años luz. Así, SETI utiliza radiotelescopios para buscar en el ruido electromagnético del espacio una señal coherente, con la curiosa discontinuidad que la inteligencia imparte a la materia que controla.
Ciencia para todos
Sagan escribió ampliamente sobre los aspectos científicos del debate ovni, la vida extraterrestre y la comunicación con inteligencias extraterrestres, pero su primer momento de fama se dio cuando diseñó el disco fonográfico que lleva consigo –todavía— la sonda Voyager, que hoy es el objeto creado por el hombre que ha viajado más lejos desde su planeta de origen. La atención mediática sobre el proyecto llevó a que escribiera en 1978 el libro Murmullos de la tierra, relatando el proyecto de intento de comunicarnos con alguna inteligencia extraterrestre que encontrara la sonda.
En 1978, su libro Los dragones del Edén, especulaciones sobre la evolución de la inteligencia humana obtuvo el Premio Pulitzer y se convirtió en el modelo de sus posteriores obras de divulgación científica mezclando su sentido del asombro, una gran claridad en la exposición y un inagotable entusiasmo por el conocimiento. A este libro seguirían El cerebro de Broca y, en 1980, Cosmos, basado en la serie de televisión, que lo consagrarían como el hombre que puso la cosmología al alcance de todos. Seguirían ocho libros, incluida su novela Contacto, llevada al cine con Jodie Foster como protagonista, y su último libro, El mundo y sus demonios, una defensa final de la razón, el pensamiento crítico y el escepticismo frente a los vendedores de misterios, promotores de lo paranormal y negociantes de las pseudociencias.
La sola lista de los honores científicos y sociales que se le confirieron a Carl Sagan llenaría toda esta página, desde medallas de la Nasa hasta premios de ciencia ficción y reconocimientos rusos y estadounidenses. Pero quizás el principal legado que dejó atrás a su muerte en 1996, fue la invitación a que más y más científicos se comprometieran con la importante labor de hacer a la ciencia un tema accesible y emocionante para la gente común que no hace ciencia... o al menos no sabe que la hace muchas veces en su vida cotidiana.
La sociedad tecnológica“También hemos dispuesto las cosas de modo que casi nadie entienda la ciencia y la tecnología. Esto es una receta para el desastre. Probablemente nos salgamos con la nuestra durante un tiempo, pero tarde o temprano esta mezcla combustible de ignorancia y poder va a estallarnos en la cara.” Carl Sagan. |